SÓLO unos miles de españoles -entre los que me encuentro- han ejercido ya su derecho al voto. Sus sobres y papeletas los custodia Correos, que los llevará a cada mesa para que se cuenten al mismo tiempo que los que mañana se depositen a pie de urna. Efectivamente, aunque parezca lo contrario, lo más importante de las elecciones sigue siendo el voto ciudadano individual y su escrutinio. Y eso aún no ha ocurrido.

Y es que la constante de esta campaña ha sido que ya estaba todo decidido en virtud del estado de opinión que reflejan las encuestas. El único resquicio lo abría el debate y quedó cerrado de inmediato: con la R de Rubalcaba en el papel de aspirante que daba por hecho que la R de Rajoy gobernará.

Después de eso, sólo ha quedado el intento de no perder por goleada. Hasta el mensaje reservado por el PSOE y su candidato para la última jornada en la que se podía pedir el voto sólo pretendía evitar "un poder absoluto de la derecha" con una "oposición fuerte". Más ánimo de derrota.

Pero es usted, si vota mañana como ya hice yo el martes, quien decide.

Porque aunque millones de españoles confluyan en una misma idea de cambio, la asunción previa del resultado llegó ayer al límite del surrealismo.

Por muy grave que sea la situación actual -que lo es- con los mercados acosando a toda Europa y a España un poco más, ni los dos grandes partidos ni el Ejecutivo deberían perder de vista que esto es una democracia y que hay que abrir las urnas y recontar.

Por eso, aunque participo de la idea de que, cumpliendo la ley, la investidura de nuevo presidente -que eso sí es seguro- debe hacerse en el menor plazo posible, hay que guardar las formas hasta saber cuál es la voluntad mayoritaria de los españoles que votan, no de los que responden a los sondeos. Lo contrario es facilitar el argumentario a radicales que niegan legitimidad a esta democracia.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios