El último BOE publicado en 2023 contiene una norma de gran importancia para la protección ambiental de nuestro país que ha pasado prácticamente inadvertida por los medios de comunicación. En ella, el Ministerio para la Transición Ecológica ha aprobado una orden para incorporar siete nuevos espacios marinos protegidos en el listado de los enclaves de la Red Natura 2000, un catálogo que incluye los lugares de interés comunitario (LIC) y las zonas especiales para las aves (ZEPA). La medida supone aumentar al 21% la superficie marina protegida en España y acercarse así al objetivo de llegar al 30% antes del 2030, objetivo fijado en el Convenio de Diversidad Biológica y en el Plan estratégico estatal del patrimonio natural y de la biodiversidad para el 2030.

Entre estas nuevas áreas marinas protegidas quiero destacar la denominada Estrecho Occidental, zona marina que se caracteriza por una enorme riqueza ecológica y por su elevada productividad biológica. Esta nueva área marina protegida será simultáneamente un LIC y una ZEPA. Se trata de una zona de alimentación de especies de cetáceos, como el delfín común, el delfín listado, el delfín mular, el calderón común, el cachalote, la orca y el rorcual común, entre otras especies. La zona incluye presencia de áreas críticas para la protección de las tortugas, al ser un corredor marino que funciona como paso migratorio y por ser área de concentración. También concentra el paso migratorio más importante entre Europa occidental y África para cientos de miles de aves marinas.

Con la declaración de esta nueva área marina protegida se establece un corredor marítimo con la máxima protección bajo el derecho de la UE desde Algeciras a Cádiz lo que es un hecho enormemente positivo. No obstante, en mi opinión, llama la atención que conectando el nuevo espacio natural protegido con la franja marítima del existente Parque Natural del Estrecho no se conecta con la zona protegida denominada Estrecho Oriental ni con el LIC Marismas de Palmones por lo que deja fuera del marco de protección ambiental europeo una pequeña franja hacia el interior de la bahía de Algeciras y parte de su mitad occidental. Lo paradójico es que estas aguas son una de las zonas de mayor riqueza ecológica a pesar de las amenazas. En consecuencia, en lo que respecta a la bahía de Algeciras queda un espacio de protección sin coherencia ecológica compartimentando cuatro espacios protegidos que quedan separados. Es obvio que han primado en el diseño de esta nueva área protegida intereses políticos y de desarrollo mal entendidos. Una vez más, una oportunidad perdida que deja demasiadas tareas pendientes en un territorio en permanente emergencia ambiental y con múltiples amenazas.