Un mal endémico

Del desarrollo de la Formación Profesional depende la calidad de todo el sistema educativo

Por razones que tienen que ver con mi formación y experiencia, he estado atento desde siempre a la evolución y pormenores de la Formación Profesional (FP). He podido observar que los Estados, concretamente Alemania y Suiza, en los que la FP funciona, tanto en los aspectos formativos como en la práctica en empresas, son los que detentan el liderazgo industrial y disponen de los más altos índices de productividad. Cuando en los primeros años setenta, la universidad española sufría una sobresaturación de estudiantes, consecuencia de la escasa oferta de FP que había en una sociedad educativamente obnubilada, yo era profesor ayudante de Álgebra en el Instituto de Matemáticas de la Universidad de Ginebra. Un par de años antes, en la Universidad de Madrid (hoy Complutense) tenía en un aula inmensa, alrededor de 350 alumnos.

En Ginebra, a un nivel académico semejante, no llegaban a 50. Uno de mis alumnos, español, hijo de inmigrantes, estudiaba Físicas y era perito industrial, una carrera que había superado a través de un cauce que en España llamaríamos Formación Profesional. La atención que se prestaba a esa alternativa en Suiza, también en Alemania, era portentosa pero, curiosamente, no muy diferente de la que teníamos aquí en el ámbito de las desaparecidas Universidades Laborales. Pero, habida su identificación como producto del antiguo régimen, desaparecieron mientras proporcionaban edificios a la improvisación universitaria que dominó la política educativa del primer gobierno socialista, pilotada por los cuatro jinetes del apocalipsis, José María Maravall, Javier Solana, Alfredo Pérez Rubalcaba y, sobre todo, Álvaro Marchesi, responsables intelectuales del proceso legislativo más caótico y destructivo que han visto los siglos: la Ley Orgánica del Derecho a la Educación (LODE), la de Reforma Universitaria (LRU) y el remate final de la Ley Orgánica de Ordenación General del Sistema Educativo (LOGSE).

La actitud de los diferentes gobiernos respecto a la FP, sigue siendo esencialmente la misma a pesar de los cambios que se han producido en la sociedad española. Se trata de un mal estructural que tiene características de endémico. Del desarrollo de la FP, sin embargo, depende en gran parte la calidad de todo el sistema educativo, la productividad del mercado laboral, la economía de los centros de enseñanza y la buena marcha del organigrama y la eficiencia de los grados y másteres universitarios.

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