Hasta llegar al arte

El arte ha aparecido en Villalta providencialmente, ayudándole a ser él mismo

El mes de octubre se está enriqueciendo en Algeciras con una exposición de cuadros, diseñada a la manera de los clásicos de la bohemia. Me refiero a la que tiene lugar en el Café Teatro de la calle Trafalgar, donde expone una parte representativa de su obra el artista algecireño Antonio Villalta Luna. He evitado la tentación de añadir el prefijo neo a la cualificación de Villalta, aunque así habría dado pistas sobre la trayectoria de quien ha llegado al arte de forma tardía y ejemplar. No lo he hecho porque ser artista es poseer un don nonato que no debe entenderse como consecuencia de una revelación puntual. Es muy interesante el cauce a través del que la personalidad de Villalta va conformándose en artista cuando ni siquiera él mismo habría supuesto que lo era.

Villalta no es joven si nos atenemos a lo que ordinariamente se entiende por tal. Si entendemos, ítem más, que el artista se manifiesta a través de una obra, o de unas habilidades, que aparecen cuando aún quedan rastros de adolescencia. No obstante, la percepción de su obra orienta sobre una autoría de iniciado, de quien ha recurrido al color y a la geometría para explicarse tras un largo silencio. Queda por ver si se trata de un segmento creativo consolidado o si es una primera etapa de desarrollo interior, de la que queda mucho por descubrir. Parece que el artista no pretendió serlo, que ni siquiera se lo propuso, si bien su obra no es fruto de un trabajo circunstancial sino que ha ido creciendo en el tiempo. No he contado los cuadros que se exponen, pero no son todos los que podían haber sido. Las posibilidades de un espacio como el recurrido son muy limitadas.

El artista ha crecido en un seno familiar en el que la creatividad y el arte están en el ambiente. Su padre, de una conocida y estimada familia sanroqueña, murió joven y la dolorosa experiencia tardó en ser asimilada. Su familia materna, cuyos orígenes se remontan a Écija, está muy enraizada en los ámbitos culturales y sociales de San Roque y de Algeciras. El arte en él ha aparecido providencialmente, ayudándole a ser él mismo, dándose en él como si una brisa mágica acariciara sus tristezas. La existencia de un albergue confortable para los espíritus amantes de la bohemia, que es lo que es un café teatro, como el de la calle Trafalgar de Algeciras, le ha ofrecido a Villalta una primera oportunidad de mostrarse. Ojalá que sea el principio de un fecundo proyecto de vida.

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