Diafragma 2.8
Paco Guerrero
De aislados
La pasada semana, el alcalde de Algeciras, algunas de sus tenientes y otras personalidades cercanas a este tipo de celebraciones, anunciaron las fechas en las que se ubicará esa espléndida cita con el conocimiento científico -Diverciencia- que cada año, en primavera, tiene lugar en Algeciras. Unos cuantos profesionales de la enseñanza de la ciencia, se ocupan de incitar a que se preste atención al saber, sacándolo de las aulas y de los laboratorios. Es admirable el trabajo de los compañeros que intervienen en esta generosa ofrenda que se propone familiarizar, sobre todo a los niños y a los adolescentes, con la curiosidad científica, con el saber objetivo y con el trabajo de profesores e investigadores que se afanan en mejorar nuestras vidas.
La ciencia no es aburrida, como se les suele antojar a las personas dadas a la pasividad y a la displicencia. Ni la belleza se circunscribe a las artes; ni son los escritores, periodistas y demás practicantes de lo literario, los únicos mortales dignos de admiración y de encomio. Cuando tanto se insiste en la cultura del esfuerzo, es porque sin ponerse a ello, la vida es un deambular vacío de contenido. Nuestras sociedades llevan mucho tiempo sustituyendo el bienestar que produce la sabiduría, el conocimiento objetivo, racional, por planteamientos de utilidad. Hasta el punto que nuestros jóvenes se preguntan con frecuencia sobre el beneficio de instruirse en determinadas materias o asignaturas integradas en sus estudios; se plantean el conocimiento en términos de utilidad, lo que se traduce en desinterés por el enriquecimiento de la propia personalidad.
El analfabetismo científico; del que hablaba J. A. Paulos, en los años ochenta, refiriéndose a las matemáticas, en su ensayo El hombre anumérico(Innumeracy: Mathematical Illiteracy and its Consequences); goza de una tolerancia sorprendente. Nadie se sonroja al reconocer que no sabe nada de ciencias, incluso alude a esa ignorancia con altanería, como si fuera un síntoma de supremacía intelectual. Gracias a Dios, la divulgación científica ha despegado en los últimos veinte años de modo espectacular. Hoy es posible familiarizarse con el saber científico. Esos grandes colegas, como los de Diverciencia, merecen todo el apoyo que pueda prestárseles, como lo hace el Ayuntamiento de Algeciras. Su trabajo de acercamiento a las disciplinas científicas es un bien inconmensurable.
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