Un periodista neoyorquino caído en desgracia (Kirk Douglas), recala en un modesto periódico de Alburquerque (Nuevo México). Cuando su jefe lo envía al desierto a realizar un reportaje sobre la cacería de serpientes de cascabel, se entera casualmente de que el marido de la mujer que regenta el motel de mala muerte en el que se aloja, ha quedado atrapado por un desprendimiento en una galería minera, mientras buscaba vasijas indias para su tienda de souvenirs. Su olfato de periodista le dice que allí hay una buena historia y es el primero en entrar en la cueva y encontrar al hombre atrapado entre rocas. Le fotografía y escribe un artículo que titula: "Un hombre queda sepultado por el poder de una antigua maldición". La gente y los medios informativos acuden en tropel atraídos por el suceso. Un ingeniero asegura que el rescate puede tardar unas dieciséis horas, pero el periodista, en connivencia con el sheriff local y la mujer del cautivo, logra prolongar ese periodo haciendo que las tareas de salvamento se emprendan por el camino más largo y complicado. Sin embargo, su elaborado montaje no tiene el desenlace que el reportero necesita ya que el hombre muere tras siete días de encierro sin que los equipos de rescate pudiesen llegar hasta él evaporándose entonces el supuesto interés humano de la noticia. La película titulada en principio Ace in the hold (El as en la manga) fue dirigida por Billy Wilder en 1951 y quizás por su feroz crítica de la manipulación informativa y su cruda exposición del gusto de las masas por el morbo, no tuvo demasiada buena acogida, llegando la Paramount a cambiar, a espaldas del director, el titulo original por uno menos cínico: El gran carnaval.

El paso del tiempo no ha hecho sino agigantar la lucidez y el valor que demostró Wilder al abordar sin tapujos el despiadado tratamiento que suelen dar los medios de comunicación a todo suceso extraordinario (preferiblemente desgraciado) por mor de sus niveles de audiencia. La reciente caída del niño Julen en un pozo cerca de Totalán ha propiciado que multitud de reporteros tomasen al asalto la -hasta entonces- ignota localidad malagueña. Los boletines de radio y televisión abren con las últimas novedades del caso, la prensa dedica numerosas páginas para su cobertura y hasta los programas del corazón emiten extensos reportajes de sus enviados especiales. Se recaban las opiniones de todo tipo de expertos (geólogos, topógrafos, ingenieros…) y, sin embargo, nadie efectúa la pregunta crucial: ¿Qué posibilidades existen de que el chico esté vivo? Tal como ocurre en la película, el as en la manga del circo mediático montado en los alrededores del pozo se sustentaba en mantener, a ultranza y contra toda evidencia biológica, la expectativa de que, transcurridos 13 días del accidente, aún era posible rescatarlo con vida.

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