Campo chico

Alberto Pérez de Vargas

¡Uy qué miedo me dan!

España está a punto de perder la gran oportunidad de recuperar el pleno dominio del territorio

Más allá del sereno desconocimiento de la verdadera naturaleza del asunto, que apenas si aflora y que es lo más destacable de la mesa redonda sobre el Brexit, celebrada el viernes en un hotel de Los Barrios, la convocatoria ha cumplido con su misión divulgativa y con su papel social. Aparcar la soberanía en las negociaciones sobre el futuro de Gibraltar en su inserción geopolítica en el territorio al que pertenece, es lo que le interesa a la colonia, lo que le permitiría perpetuarse en su estatus. Aunque fui amablemente invitado, no estuve en la mesa redonda organizada por la Empresa a la que pertenece este periódico, pero el despliegue informativo desarrollado por Europa Sur y el excelente trabajo de Q. López y A. Rodríguez, me han permitido examinar con minuciosidad y atención el contenido de las intervenciones e incluso intuir los intereses de sus actores. Ninguno de ellos parece advertir que estamos ante una colonia militar británica, utilizada a placer por la Armada americana, en la que la población civil no tiene más papel que abaratar los costes de mantenimiento de las instalaciones militares, único objeto de la política del Reino Unido sobre la colonia y único motor de todas sus actuaciones diplomáticas.

España está a punto de perder la gran oportunidad que le brindan las circunstancias y, sobre todo, la actitud de la Unión Europea, de recuperar el pleno dominio de un territorio cuya soberanía jamás fue cedida. Para perderla definitivamente basta con que haga lo que dice el diputado socialista Domènec Ruiz que debe hacerse: “mantener un área con libertad de movimientos entre uno y otro lado de la Verja”. Todos hablan de un (cuando más, dudoso) censo de trabajadores, que es el que facilitan desde Convent Place, y todos caen en la vieja trampa saducea de la casa, divulgada por sus voceros y escribas, de que es el Campo de Gibraltar el que depende de Gibraltar. Como si en la colonia pudieran crear riqueza sin disponer de la mano de obra del entorno, que ni ocupa espacio ni usa de servicios. La descomunal economía sumergida que supone su estatus, el contrabando y su incidencia social y económica, y el fraude fiscal que genera, añadidos a los perniciosos efectos del desequilibrio impositivo, darían para mantener de por vida a esa mano de obra y a sus familias. Todos los Partidos están, al parecer, por la labor de proteger a los trabajadores españoles del secuestro a que están sometidos, pero ni los unos ni los otros arbitran los mecanismos necesarios para acabar de una vez con la dependencia. Porque es de eso de lo que se trata y no de hacerle los deberes al Chief Picardo y a sus acólitos y mercenarios.

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