La pandemia causada por el coranavirus ha supuesto una profunda conmoción en todos los niveles de nuestra sociedad nacional e internacional. Pocos sectores se escapan de las terribles consecuencias de un acontecimiento de una magnitud imprevista y que genera enormes miedos e incertidumbres.

Para luchar contra sus efectos, la mayoría de las administraciones nacionales e internacionales han tratado de poner en marcha un conjunto de medidas que, con mayor o menor éxito, tratan de contener la evolución de la pandemia.

Lo cierto es que, de la naturaleza de las medidas adoptadas, y por supuesto, del grado de cumplimiento y respeto por parte de la población afectada se pueden obtener algunas ideas claves que identifican las prioridades de cada sociedad y sus principales características. Así, por ejemplo, en algunos países asiáticos y de Oceanía ha bastado una ligera incidencia de la enfermedad para adoptar medidas severas apoyadas en respuestas tecnológicas muy avanzadas que muestran una sociedad consciente y responsable. En Estados del norte de Europa las medidas más severas han afectados a lugares de ocio, bares y pubs para mantener la estructura económica y educativa en marcha. En otros Estados, sin embargo, poco o nada se ha hecho con sociedades desestructuradas y con profundas brechas de desarrollo.

En España, la respuesta es bastante desigual por el hecho de que las competencias afectadas recaen en gran parte en las Comunidades Autónomas con niveles de desarrollo, conceptos sociales y códigos culturales heterogéneos. Hemos visto como en Andalucía, ante la preocupante gravedad de la situación de Granada, las medidas adoptadas por la Junta se centran en el cierre de la universidad y sus centros, dejando abiertos, como denunciaba valientemente su Rectora, bares, pubs y otros establecimientos públicos de alta concurrencia.

Como miembro de la comunidad universitaria me identifico también con las palabras audaces del Rector de la Universidad de Sevilla que se quejaba amargamente ante el Consejero de Universidades que fondos de las universidades públicas, recortadas por la Junta, en principio para luchar contra la covid se utilicen para financiar el programa de Bertín en Canalsur.

Andalucía debe comprender que el mantenimiento de un sistema robusto y saneado de universidades públicas es fundamental no sólo para la educación, sino también para el desarrollo y futuro de nuestra sociedad y su labor investigadora y de innovación. El futuro está en la educación y en la ciencia, desconocerlo nos lleva a situar a Andalucía en la cola del progreso.

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