Ya saben aquello del proverbio chino del efecto mariposa, según el cual el aleteo de uno de estos insectos puede sentirse al otro lado del planeta. Expresado de otro modo y de acuerdo a la teoría del caos -cosa de matemáticos y otras gentes sabias- cualquier mínima alteración en todo proceso dinámico, tal cual es el mundo en el que vivimos, puede provocar efectos dispares y consecuencias inimaginables. Es lo que nos ha pasado con la crisis del coronavirus, con origen igualmente en China, solo que, en vez de una mariposa, lo que voló por el aire fue el estornudo de un buen señor que acababa de jamarse un pangolín infectado por un desconocido virus. Meses después henos aquí, en medio de una crisis planetaria en todos los ámbitos a la que no se ve el final y muertes contabilizadas en centenares de miles.

En el pequeño universo campogibraltareño, el dato oficial de fallecidos es de 35, una cifra dolorosa aunque engañosamente pequeña en relación a la de otros territorios. Tan engañosa que Algeciras encabeza de largo la detección de nuevos casos en la provincia de Cádiz durante los últimos quince días debido, en buena medida, a la aparición de un amenazante foco de infección en un modesto hostal de la zona baja de la ciudad: uno de sus huéspedes ha fallecido y, al menos, otros tres han resultado contagiados. Dieciséis personas en total permanecen en el interior de la pensión Zagora con orden de no salir a la calle a la espera de su evolución.

Para sorpresa de todos y en cuanto se fueron los fotógrafos y las cámaras de televisión, el viernes pasado cesó la vigilancia policial ante el establecimiento. Lo reveló este periódico en la madrugada del sábado gracias a la oportuna imagen captada por Nacho Marín, tan solo unas horas después de que la Consejería de Salud informase de que los contagios contabilizados en Algeciras habían aumentado en las 24 horas anteriores de 3 a 17 personas. No es un brote, sino "un cluster", subrayó el consejero de Salud, especialista en materia de eufemismos.

La ausencia policial ha generado la lógica alarma entre los vecinos de la zona baja de Algeciras y están cargados de motivos. Sencillamente, nadie les puede garantizar que los huéspedes -personas sin hogar, acostumbradas a buscarse la vida a diario- no vayan a salir del hostal en el momento que les apetezca. O que alguien de fuera entre en él. Que la pensión haya quedado sin vigilancia es una decisión incomprensible por parte de los responsables de las distintas administraciones. Los motivos por los que el hostal fue custodiado por la Policía Local y la Nacional durante casi tres días no han desaparecido, al contrario, se han reforzado ante el aumento de contagios en la ciudad.

De la misma forma que en agosto de 2018, debido al agravamiento del fenómeno del narcotráfico, se creó una mesa de coordinación entre el Gobierno de España, la Junta de Andalucía, los ayuntamientos y las fuerzas de seguridad para saber las actuaciones que cada cual llevaba a cabo y consensuar de alguna forma los pasos que se daban, es ahora el momento propicio para dar forma a un órgamo parecido de ámbito local o incluso comarcal que aborde cómo podemos afrontar y atajar esta crisis del coronavirus. Mejor eso que correr como pollos sin cabeza en medio del caos.