Desde el exilio

Carta a usted que me lee

O mandamos un mensaje a nuestro presidente y políticos de todos los signos o acabarán con la democracia

Sabrá que Sánchez amagó con dimitir. Igual, incluso pensó que se iba a ir de verdad, o que en algún momento pensó en irse. Cierto es que Sánchez dijo que iba a reflexionar sobre si merecía la pena seguir como presidente pese a los ataques que tanto él como su esposa están sufriendo por parte de la derecha y ultraderecha. También dijo con Bildu no. A ver si vamos conociendo a nuestro presidente. Jamás se planteó dimitir, estoy seguro. Es un aprendiz aventajado de Redondo e Iglesias que se cree que vive entre Baron Noir y House of Cards y puede decir y hacer lo que le dé la gana.

Sánchez no puede pedir que se rebaje la crispación cuando su ministro de Transportes y Movilidad Sostenible dice (la última) que el presidente de Argentina “toma sustancias” antes de hablar. No se puede quejar de que “ataquen por tierra y aire” a su esposa, cuando él acusó al padre, al hermano y al novio de Ayuso de haber cometido delitos que la justicia ya había archivado. No se puede quejar de que la derecha no respete el resultado de las urnas, cuando es presidente, y nadie rodeó el Congreso como sí hicieron los socialistas en Andalucía cuando Juanma Moreno accedió al poder. Es tan burdo todo, que resulta ridículo que haya gente que piense de verdad que hay un problema entre unos y otros. Entre gente de bien, de izquierdas (perdón, defensores de Sánchez) y antidemócratas derechistas y fascistas ultra mega peligrosos (cualquiera que critique a Sánchez).

Comprarle este discurso al presidente es una irresponsabilidad. Sánchez y su gobierno están llevando nuestra democracia al límite a través de la polarización. Polarización a la que todos los partidos se han sumado sin regañadientes de una forma igualmente reprochable. Si la Constitución exige mayorías de tres quintos, como para la elección de los miembros del Consejo General del Poder Judicial, es porque los defenestrados políticos de la transición sabían que nos encanta pelearnos. Si esas mayorías no se alcanzan, la solución no es inventarse un relato sobre lo malo que es el otro y cambiar las mayorías, es trabajar y ponerse de acuerdo. O mandamos un mensaje a nuestro presidente y políticos de todos los signos o nuestro presidente y toda la clase política acabarán con la democracia que construyeron nuestros padres y abuelos.

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