Quousque tamdem

Luis Chacón

luisgchaconmartin@gmail.com

'Schadenfreude'

Si se fija la mirada en la política, titulares de prensa o redes sociales, nada funciona bien. Y es más, se desea que empeore

Que la envidia es la tristeza o pesar por el bien ajeno, es una definición académica, tomada de los catecismos de Ripalda y Astete, que plasma en una línea lo miserables que podemos llegar a ser los seres humanos. La envidia es, sin duda, el más estúpido de los pecados capitales en el que podemos caer. Que quien peca de lujuria, gula o pereza obtiene una satisfactoria recompensa -cargo de conciencia posterior, aparte- es más que evidente. El soberbio, el iracundo y el avaricioso, como poco, disfrutan personalmente de su momento de gloria. Sacian su ego. Pero no hay nada más ridículo que torturarse gratuitamente por la fortuna de otro, al que, sin duda, le importa un bledo ese sufrimiento ajeno que no empaña su suerte. Y es que hasta para pecar hay que utilizar la inteligencia. O al menos, ser despabilado.

Y andaba yo en una de esas meditaciones insustanciales que oscilan entre pamplina y pegolete, que diría un cordobés, cuando me encontré con que los alemanes tienen una palabra -schadenfreude- justo para lo contrario. Más que pena por lo bueno, alegría por lo malo. Y es que todo es empeorable. Porque la tristeza de la envidia podría ocultar un afán por conseguir aquello que se envidia, pero esto… Esto es maldad en estado puro. Que ya hay que ser retorcido para sentir alegría o satisfacción ante el dolor, la infelicidad o la humillación sufrida por otro. Una actitud poco edificante e inmoral en un ser humano por muy mal que le caiga a uno el interfecto, salvo contadísimas excepciones. En fin, que concluí que eso de tener schadenfreude es mucho más sádico que el castizo y españolísimo regodeo, siempre aderezado con unas cuantas gotas de burla, chacota y diversión.

Y yo, que siempre había pensado que nuestro pecado nacional es la envidia, visto el panorama actual ya no sé si es que nos hemos germanizado o es que nos volvemos peores en los momentos de crisis. Porque fue leer lo del schadenfreude y entender algunas opiniones que hasta ese momento consideraba meros exabruptos. Últimamente, sobre todo si fijo la mirada en la política, los titulares de prensa o las redes sociales, nada funciona bien. Y es más, se desea que empeore. No sé muy bien porqué y para qué. Se lanzan mensajes de advertencia del tipo «y esto no es nada para lo que nos espera». Me parece profundamente estúpido. Lo inteligente sería proponer soluciones, no disfrutar de la desgracia y menos esperar que aumente.

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