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José Antonio Carrizosa carlos colón

RuidoLa bicefalia caníbal del Gobierno

En la política española no hay debates de ideas porque no hay ideas; todo el espacio lo ocupa el ruidoLa bicefalia o incluso policefalia del Gobierno tiene un problema: las distintas cabezas se dan bocados

P ABLO Casado lanza señales de alarma hacia el interior de su partido. Su debilidad es cada vez más palmaria, su falta de liderazgo supone un obstáculo serio para las aspiraciones de un partido que es y seguirá siendo una pieza clave en los delicados equilibrios que garantizan la estabilidad del sistema. Se volvió a demostrar durante el pasado fin de semana en Granada. Los populares celebraban un congreso regional que estaba destinado a reforzar a Juanma Moreno y lanzar la imagen del partido como la fuerza capaz encauzar un segundo mandato en la Junta, que va a ser decisivo para sortear la crisis causada por la pandemia. Pero nada de eso pasó. Y si pasó quedó oculto por todo lo demás. Ese todo es que Isabel Díaz Ayuso, un terremoto con epicentro en Madrid, pero con sacudidas en toda España, le robó el discurso a Casado que se vio obligado a entrar en confrontación. Al final, del congreso del PP andaluz se habló porque fue escenario de una batallita interna y porque el líder nacional, que no termina de cuajar, se vio arrastrado en el torbellino que Ayuso había provocado.

En medio de tanto ruido, alimentado por la pasión que le echan a estas cosas los tertulianos de todo tipo y pelaje, Juanma Moreno intentó transmitir a los andaluces el mensaje de que dirige un partido moderado y centrado capaz de gobernar con solvencia una región que siempre había sido feudo indiscutido de la izquierda. El mérito del PP y del propio Juanma Moreno en los tres últimos años para romper la imagen de Andalucía como una comunidad sin capacidad de iniciativa política ha sido importante. El congreso de Granada estaba destinado a ser un magnífico escaparate para que todo ello fuera puesto de relieve y hubiera sido útil a los propios intereses del partido. Esos objetivos han quedado tapados por la política ruidosa que todo lo ocupa.

El ruido es una de los factores que más contribuyen a deteriorar el clima político en España y está relacionado muy de cerca con el escaso nivel de los liderazgos que ahora mismo domina a los partidos, tanto a la izquierda como a la derecha. No hay debate de ideas porque no hay ideas. En cambio, sobran energías para pelearse por los sillones y esas peleas cobran caracteres de acontecimiento nacional, como ocurre ahora con la batalla del PP de Madrid o las ambiciones de Ayuso para quitarle el puesto en la calle Génova a Casado. El resultado está a la vista: el PP andaluz no está mejor que antes de su congreso. En todo caso, peor.

UNA cosa son las muchas razones objetivas que tienen los manifestantes de Cádiz para reivindicar sus derechos y protestar contra su vulneración, y otra los medios que utilizan. Una cosa es criticar por no proporcional la presencia de la tanqueta y otra apoyar las manifestaciones violentas, las agresiones a los policías y el destrozo de mobiliario urbano. La bicefalia o incluso policefalia del Gobierno tiene un problema: las distintas cabezas se dan bocados. Por un lado, Marlaska y por otro Yolanda Díaz. Dos cabezas poderosas -la del ministro del Interior y la de la vicepresidenta segunda del Gobierno y ministra de Trabajo- se han liado a mordiscos. No otra cosa puede esperarse que haga la cabeza comunista de la vicepresidenta con la cabeza socialista del ministro. Este aguanta los bocados contestando lo menos posible para no escenificar la bicefalia o policefalia del Gobierno. Ella, en cambio, sabe lo mucho que puede ganar escenificándola ahora que desde el propio Gobierno se está trabajando el liderazgo de una posible nueva fuerza política a la izquierda del PSOE que marque distancias sobre todo formales con Podemos (la fashionaria dicen que la llaman en Moncloa).

Exigiendo la retirada de la tanqueta define su espacio. Y lo refuerza con frases de impacto ante sus posibles futuros electores: "los obreros de Cádiz no son delincuentes, son trabajadores que están legítimamente defendiendo sus derechos". Desde el mismo Gobierno que saca la tanqueta la vicepresidenta manifiesta su "apoyo" y "solidaridad" con los trabajadores del sector del metal "en nombre del Gobierno de España". Añadiendo que "el derecho al conflicto colectivo y el derecho de huelga es un derecho constitucional". Lo último es extremadamente grave al asumir la utilización de la violencia como parte del derecho constitucional a la huelga. Al igual que, desde otra perspectiva, es extremadamente grave que desde un mismo Gobierno se lancen mensajes tan contradictorios como el de Yolanda Díaz y el de la portavoz del Ejecutivo, que le replicó que las fuerzas de seguridad actúan "con la ponderación necesaria" para garantizar el orden público y el derecho de manifestación. Sánchez, mientras tanto, mira para otro lado como suele cuando hay problemas graves. "La economía española va a vivir una modernización sin precedentes" tuiteaba en plena crisis gaditana. Noli me tangere es su lema.

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