El otro día, en una de las múltiples fotos que recibimos en el periódico de las concentraciones en repulsa al atentado de ETA en Francia vi a Ángela Aguilera. Allí estaba ella, completamente anónima, junto al resto de trabajadores de la sede mancomunada de servicios. Me acordé entonces de todos esos políticos que, como Aguilera, abanderaron causas ya olvidadas, tan olvidadas como ellos mismos. Porque la política es como los toros. Hay quien se retira para siempre, y otros que no terminan de hacerlo nunca. Hay quienes se van a otras batallas, mucho más administrativas, para no volver a sus orígenes; y quienes a pesar de haberse ido, por las razones que sean, siempre están presentes. Es el caso, por ejemplo, del ex-alcalde Juan Antonio Palacios, al que se le sigue viendo muy unido a su partido, presente en todo tipo de convocatorias o actos donde asiste un dirigente socialista de alto rango.