Entre los manifestantes violentos que descargan su odio contra las sedes del partido socialista estos días espoleados por los partidos de ultraderecha y de la derecha montaraz de este país se ha distribuido un manual de resistencia en las redes sociales en las que se aconseja como vestir y taparse el rostro para no ser identificado, como actuar para prevenir los efectos de los gases lacrimógenos y volvérselos a arrojar a la policía y como agredir a los miembros de las fuerzas de seguridad con el mínimo riesgo de ser detenido. Ante la lectura de este manual que me ha llegado ayer a mi wasap (me imagino porque se difunde masivamente, no creo que alguien me vea como potencial aspirante a encapuchado berreando sandeces) surgen algunas reflexiones.

La primera de ellas es que si alguien tenía sus legítimas dudas sobre la conveniencia de una ley de amnistía como precio a pagar por un puñado de votos en el Congreso que confirmaran la investidura de Gobierno de la coalición entre el partido socialista y Sumar (como yo mismo, debo confesar), estas vacilaciones quedan rápidamente resultas ante el pánico que genera el escenario de que esos manifestantes, sus representantes, sus instigadores y quienes no lo condenan alcancen el poder en este país.

Se ha escrito mucho sobre la interpretación del resultado de las pasadas elecciones de 23 de julio. Con toda humildad no tengo muy claro cuál es la correcta, pero no hay ninguna duda que hubo una importante movilización de ciudadanos que trataron de castigar a los que usaron con absoluta desvergüenza el nombre de un asesino con total desprecio a las víctimas del terrorismo pensando que así atacarían al presidente del Gobierno. “Qué te vote Txapote” fue un lema que se volvió, como el monstruo de Frankenstein, contra su creador. Y no se ha aprendido nada. Nuevamente se vuelve a azuzar el odio y el fanatismo dogmático para tratar de polarizar la sociedad de forma inconsciente ante el riesgo de escalada que conlleva incendiar las calles. Desde luego, no creo que vaya a beneficiar a los instigadores.

El verdadero manual de resistencia radica en el poder de una sociedad democrática fuerte y en sus instrumentos de defensa del Estado de derecho a través de contrapoderes jurídicos, un poder judicial independiente y medios de comunicación plurales y libres que fomentan un debate sano y civilizado entre la ciudadanía. La discusión sobre la conveniencia o no de una ley de amnistía debería haberse encauzado de forma sensata, civilizada y ordenada. Nunca a través del fomento de la violencia y demonización de quien no piense igual. Las banderas con el aguilucho y los gritos a favor de Franco en estas manifestaciones recuerdan que tal vez la amnistía si antes no parecía tener justificación ahora es un buen precio que pagar.

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