Liberales, va a ser que no

Cs, recibido un fuerte golpe en Castilla y León, recibirá el definitivo en Andalucía

Ciudadanos, aquella esperanza nacida en Cataluña, se muere. Recibido un fuerte golpe en Castilla y León, recibirá en seguida el definitivo en Andalucía. Por segunda vez en nuestra reciente historia democrática, el liberalismo va camino de la demolición. Singularmente en Andalucía, adonde se presume entre bastidores una reconversión de Ciudadanos en un partido regionalista. Una estrategia para sobrevivir. El andalucismo, no obstante, que es de lo que se trata, ya tiene su pretendiente en la izquierda de los neocomunistas y compañía; un paradójico no puedo del quiero que se refugia ahora en una alternativa liderada por la diputada algecireña Inmaculada Nieto Castro. En resumidas cuentas, unos y otros arropándose para el futuro inmediato.

El liberalismo circunscrito a Andalucía ya ocupó un día, que empieza a ser lejano, la mente de un pequeño grupo de andaluces reunidos en torno a la figura de Manuel Clavero Arévalo. En las elecciones generales de 1977, el Partido Social Liberal Andaluz (PSLA) acudió en la gran coalición Unión de Centro Democrático (UCD) -una coalición para un gobierno- liderada por Adolfo Suárez. De aquella candidatura formaron parte figuras de la talla de Jaime García Añoveros, un turolense que accedió a la cátedra de Economía Política de la Universidad de Sevilla, sucediendo nada menos que a Ramón Carande, en 1961; y de la del rondeño Manuel Olivencia, catedrático de Derecho Mercantil y comisario general de la Expo 1992.

Clavero era consciente del escaso futuro de un partido liberal regionalista y optó enseguida por su disolución en la UCD. La simpatía mutua que se tenían Alejandro Rojas Marcos -líder indiscutible en aquellos años, del andalucismo político- y el presidente Adolfo Suárez facilitó el camino al PSOE regional liderado por Rafael Escuredo, que consiguió arrebatar los símbolos y las consignas al Partido Socialista Andaluz, convirtiendo al PSOE regional, de hecho, en algo parecido a un partido nacionalista. La presencia de dos líderes de gran calibre como Rojas Marcos y Rafael Escuredo, hizo temer al clan de la tortilla la posible erosión de la figura de Felipe González y de su proyecto, bien visto por los americanos, la socialdemocracia alemana y los prebostes del régimen de Franco. Clavero sacrificó su privilegiada situación en la UCD y desapareció de escena. Fue el primer gran fracaso del liberalismo en Andalucía y el comienzo de un largo abrazo a los socialistas.

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