Por Leopold Bloom

La defensa de la tauromaquia en tiempos tan adversos demuestra de nuevo valentía y claridad de ideas

Con todo lo sucedido a nuestra sociedad desde aquellos primeros meses de 2020, la vuelta a la cotidianidad anterior es un auténtico regalo. Ya dijo JF Kennedy que hemos de ser capaces de festejar pese a las crisis. No sé si esta frase la decía para justificar sus devaneos o convencido de ello. En todo caso, si que es cierto que lo pasado, y las incertidumbres actuales, no han de hacernos claudicar en ningún aspecto de la vida, tampoco en el de festejar la misma, en reivindicar nuestra cultura y nuestras tradiciones.

Y esta semana hemos vivido en la comarca excelentes ejemplos. La exitosa reinauguración de la Plaza de Toros de La Línea, la fiesta del Toro Embolao de Los Barrios, así como la brillante y más que concurrida Semana Santa en Algeciras, San Roque y demás poblaciones del Campo de Gibraltar nos dan la esperanza de que todo vuelva a ser como antes. Así ha de ser. Mi enhorabuena.

Pero me gustaría destacar la acertada apuesta por la restauración del Arenal de La Línea, por parte del alcalde Juan Franco. Otros le hubieran dado piqueta al coso de 1883, como lastimosamente le pasó a la algecireña Perseverancia, de 1866. Incluso parece que se quisiera que el vecino antiguo Asilo de San José corra la misma suerte a la vista de su abandono.

Hubiera sido penoso que el ruedo linense hubiera corrido la misma suerte. No sé qué le explicaríamos a aquellos fanáticos de James Joyce que van por el mundo visitando los lugares que nadie debería dejar de ver y que menciona Leopold Bloom en el capítulo final del Ulises, entre otros, los campos de té de Ceilán, la ciudad de Jerusalem y su Mezquita de Omar, el Partenón, el Tibet, las cataratas del Niágara o el mercado de Wall Street. Y, por supuesto, la Plaza de Toros de La Línea, donde el citado protagonista dice, presenció una corrida de toros.

Ahora, el Arenal se ha reconfigurado como coqueto centro multiusos, poniendo en valor un edificio histórico que, de nuevo, servirá para diferentes tipos de eventos culturales. Pero principalmente, su valor esencial será el de la fiesta de los toros, sin duda. Y la defensa de la tauromaquia en tiempos tan adversos demuestra de nuevo valentía y claridad de ideas. Ello ha sido reconocido por el pueblo, que ayer llenó orgullosamente el coso. Y la cosa pinta bien si se siguen cerrando carteles como el del sábado, de máxima categoría, aunque al etnocentrismo sevillano le pareciera un escándalo y una irresponsabilidad que los tres protagonistas del Domingo de Resurrección en La Maestranza hicieran el paseíllo un día antes en La Línea. Pues es lo que hay, que lo dijo Leopold Bloom.

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