Incompetencia poliédrica

Los españoles no tardaríamos en pasar de ser hijos de la democracia a nietos de la dictadura

No sé si hay algún sector del Estado, en donde pueda verse un atisbo de buena gestión; pero, en cuanto me detengo en el de mayor actualidad, me echo las manos a la cabeza. Es lo que me está pasando ahora con Exteriores. El deplorable gesto de Rodríguez Zapatero, en la parada militar de la Hispanidad, el 12 de octubre de 2003, permaneciendo sentado al paso de la bandera americana, fue toda una premonición de las legislaturas que acumularon los polvos de los que derivarían estos lodos: seis meses después -tras un sangriento atentado- sería presidente del Gobierno. Jaime Campmany, escribiría ("La sentada de Zapatero") lo siguiente: "Permanecer sentado ante el paso de la bandera de un país no es un acto de rebeldía política, ni un alegato ético contra la nación representada en la bandera, ni una declaración de guerra. Es sólo una descortesía y en este caso tan aparente, una gilipollez. Los españoles no tardaríamos en pasar de ser hijos de la democracia a nietos de la dictadura".

La crisis con Marruecos viene de una torpeza del mismo tenor, pero mucho más grave, que la del "Delcygate", cuando en la madrugada del 20 de enero de hace más de un año, el ministro Abalos, en un acto de manifiesta prevaricación, recibió y acompañó a la vicepresidenta de Venezuela, Delcy Rodríguez, en una rara y nunca explicada estancia en territorio nacional. Ahora, el enorme impacto económico de la suspensión de la Operación Paso del Estrecho (OPE), no sólo afecta a las navieras y a los puertos sino además produce efectos perniciosos sobre los servicios dispuestos para el tránsito por la península de más de tres millones de personas. En 2019 la OPE movió 3.340.215 pasajeros y 760.215 vehículos, que incrementaron en un 3 y un 3,5 %, respectivamente, la cifras del año anterior.

Las provincias costeras, especialmente afectadas por la OPE, junto a Ceuta y Melilla, tienen, según el Instituto Nacional de Estadística, una población laboral de 1.609.020 personas, de las que el 81%, es decir 1.296.100, pertenecen al sector servicios. A Marruecos nunca le importó mucho la calidad de vida de sus ciudadanos, de modo que, dadas las circunstancias, su uso como instrumento de presión es un buen recurso al que acudir para causar perjuicios a España, precisamente cuando los americanos están a partir un piñón con el reino alauita y guardan sus reservas a los gestos que se les brindan desde el gobierno social-podemita del que disfrutamos.

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