De Gibraltar ¿algo más?

Estudiar los desequilibrios generados por una economía que se basa en esos desequilibrios

Hoy comienzan en La Línea unas nuevas jornadas sobre Gibraltar. Llevan un lustro con el cantar y quizás la cosa no acabe aquí. Se empieza por el jardín de las Hespérides, se continúa con la geología de la roca, se sigue con la llegada del moro y se acaba con el fraudulento asalto anglo-holandés; y ahí se deja, para no molestar. Las jornadas tienen lugar en el espléndido chalet D'Amato. No sé si en la comarca es bien conocida esa sede de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo, una vivienda de tiempo libre y disfrute que se construyó en 1939-40 para sí mismo, un rico comerciante maltés que recaló por estos pagos.

Como tantos otros inmigrantes mediterráneos, entre los que malteses y, sobre todo, genoveses acabaron estando en mayoría, D'Amato vería en Gibraltar un buen lugar para los negocios y en La Línea y alrededores otro aún mejor para vivir. Todavía no se había inventado Sotogrande y la colonia andaba en vísperas de que sus habitantes ensayaran el diseño de una identidad imposible. Es lo que se propuso un grupo de notables animados por un judío marroquí, pura paradoja, de origen sefardí llamado Salvador (Joshua Abraham) Hassan, que en 1942 creó la Asociación para el Avance de los Derechos Civiles en Gibraltar, desde la que ir progresando hacía el autogobierno y la independencia. El chalet estuvo abandonado a su suerte durante muchos años y se restauró en 2002 para dedicarlo a lo que está dedicado. Salustiano del Campo tuvo mucho que ver en ese magnífico destino que se le ha dado y al que probablemente se le saca menos provecho del que cabría desear.

Limitándose a la geografía y a la historia e incluso adentrándose en el enrevesado entramado diplomático que rodea a la existencia de la colonia, cuesta creer que haya algo más que decir de Gibraltar. La bibliografía es inmensa y las evidencias son tantas y han sido tan razonadas que es difícil que pueda extraerse algo nuevo sobre el particular. Tal vez se ha añadido lo del Estrecho para ver si así la cosa tiene algo de gracia. Sin embargo qué bueno sería entrar en los detalles realmente interesantes. Reunir a unos especialistas independientes que diesen sus impresiones sobre los efectos de Gibraltar en su Campo, que analizasen las consecuencias fiscales de su estatus y que fuesen capaces de describir y estudiar los desequilibrios generados por una colonia cuya economía se basa precisamente en la vitalidad de esos desequilibrios.

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