Gayubo en otoño

"Las espigadoras" es un cuadro sorprendente, magistral en su factura y lleno de sugerencias

Un nuevo vídeo promocional, conmemorativo de la fundación del museo municipal de Algeciras, se ha puesto en circulación en las redes sociales. Como los anteriores, de excelente factura en fondo y forma. Pero éste tiene una muy especial significación: por segunda vez gira en torno a un cuadro del gran pintor algecireño de adopción, Felipe Gayubo, del que hay solamente cinco expuestos, pudiendo estar casi todos. Su obra, cuya mayor parte conserva la familia, espera desde hace ocho años que el Ayuntamiento de Algeciras cumpla su compromiso de acogerla en una exposición permanente. La concejalía de Cultura no encuentra ni el sitio ni el momento para ofrecer a la ciudad este magno y generoso regalo. Verdad es que los caudales están no ya escasos sino desaparecidos, después del esquilmado que anteriores estancias han aplicado a las arcas públicas, pero eso no debiera ser óbice para encontrar el modo de aprovechar oportunidades únicas que se dan circunstancialmente. Es cuestión de imaginación y de voluntad política.

Antes fue López Canales el que en "Mi pieza especial" acudió a un cuadro de Gayubo; un niño mira a un fondo infinito entre las piedras de la orilla de un mar inmenso. Su conocimiento del medio permitió a nuestro admirado pintor referirse a la maestría de Gayubo en la realización de los efectos que logra sobre el lienzo. Ahora ha sido la hermana del artista, María Ángeles -que tuvo una especial relevancia en su vida- la que ha comentado espléndidamente otro de los cuadros. "Las espigadoras" es un cuadro sorprendente, magistral en su factura y lleno de sugerencias. Gayubo lo tituló como hiciera el pintor realista francés Jean-François Millet (1814-1875) al suyo, pintado en 1857, del que aquel toma el detalle de dos de las tres mujeres que recolectan en el campo lo que han desechado otros. Gayubo las sitúa sobre losetas rojas, reduciendo al absurdo la acción ya crítica del francés. Las losetas, perfectamente regulares en su individualidad no lo son como colectivo y se salen del cuadro proyectando sobre él su sombra (técnica pictórica conocida como trampantojo). El cielo que envuelve la escena es característico de la pintura de Gayubo, un azul variable en profundidad, intenso y liso, de una fuerza impresionante.

Parece ser que en otoño, la concejalía de Cultura proyecta una exposición antológica de la obra de Gayubo. Los que la visiten podrán valorar lo que se está perdiendo la ciudad.

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