Parece que en el Berlín de los 30, digo, perdón, en Sevilla en el Maestranza hay un público que si ve a dos hombres besarse se levanta pleno de indignación y se va abucheando, que no sé dónde vamos a llegar... ¿En qué momento se nos jodió Sevilla? Dirán que son minoría o que se trata de recalcitrantes inevitables, eso es equivocarse porque son indisolubles del contexto actual, forman parte del panorama de hoy que es momento distinto, y, además, este argumento, eterno, no analiza dos problemas: que cada vez hay más y que nos enfilan con su “sin complejos”.

El error más grave de perspectiva de la izquierda es suponer que existe una clase social trabajadora y consciente que responde al estímulo de sus propuestas y beneficios. ¡Error! Las clases económicas más debilitadas son la masa maleable de quien maneja la fuerza y el dinero, y he aquí la clave para entender nuestra época: que la derecha panaderamente amase interesada, pues es claro; el problema es que la izquierda hace lo mismo, y abre su propia fosa.

Cuando este proceso se acelera se pone en peligro la convivencia. Los finos no suelen ser violentos, tienen servidumbre que ejecuta. Para eso están los pobres a los que la izquierda defiende, ¡cosa más triste! La izquierda debe recomponerse y ser realista: se autoengaña cuando defiende a las clases obligadas a ser contratadas, porque a quien defiende es a su propia conciencia revisando sus principios y su forma de vida,

Si dejara atrás la mojigatería y la dañina caridad, se atrevería a hablar claro y a promover el pensamiento crítico, que es peligroso para el poder: ¡pero es que se supone que la izquierda es peligrosa para el poder! Nuestra izquierda se disfraza de progresista y ha hecho Leyes de Educación que sólo han ido beneficiando a los tradicionalistas, han sostenido el mantra de vincular Enseñanza y mundo laboral (que se puede hablar) hasta alejarse de la Cultura y repartir títulos para trabajar en los bares y supermercados que usted ya conoce.

El estudio, el esfuerzo, el conocimiento, la acumulación de datos para poder interpretar y discutir, la tarea y el trabajo diario constituyen a una sociedad que puede reivindicar y clamar por sus derechos, adormecerla, infantilizarla y darle las herramientas encauzadas de la protesta vulgar la convierte en una masa desagradable, litigante, engañada, vencida y desarmada. Nunca nos vimos tan “ciudadanía con derechos”, ni tan incapaces de comprenderlos. El Poder (la capacidad de invertir y contratar) ha conseguido por medio de los Gobiernos del PSOE y el PP desdibujar la democracia hasta convertirla en parodia. Seguiremos pensando pero el paso siguiente son los/las salvapatrias, que ahora somos paritarios. Gana la Máquina.

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