Cuando debería tratarse de unas vísperas apacibles por la buena trayectoria del equipo y el bajo perfil del contrincante, resulta que todo se ha encabronado en esta cuenta atrás que rinde hoy en Alicante con el España-Albania. La modélica trayectoria del equipo nacional, que tuvo el pase de la firma hace un mes contra Italia en Chamartín, pasa de puntillas a causa del huracán que se ha originado en torno a un Piqué de lo más inoportuno.

Cada vez que habla sube el pan y así ha sido la comparecencia de antier en conferencia de prensa. La patochada de que estaba jugando a las cartas y que por eso no vio el trascendental discurso del Rey no ha hecho más que emponzoñar el ambiente un poco más. Y eso ocasiona daños colaterales en torno al equipo de casi todos, que hoy ha de afrontar una especie de bolo sin saber qué ambiente le espera, cómo estará el Rico Pérez de caldeado en torno a la figura del catalán.

Por lo demás, todo bien, aparentemente todo bien tras desvelarse la trascendental noticia de que Ramos y él van a asociarse en un negocio cibernético. La realidad es que en este tiempo de vísperas ha sido el fútbol quien menos espacios informativos ha ocupado. Eso no suele ser bueno, ni siquiera cuando el rival es tan mediocre como el albanés. Y es que cuando todo debería haberse circunscrito a qué cantidad de goles se marcaría sólo se habló de Piqué y sus circunstancias.

Piqué y su variopinto abanico de circunstancias por encima de todo para orillar el tema futbolístico. Lo cierto es que el pasaporte a Rusia-2018 sólo está a falta de visado y que en fútbol todo es toro hasta el rabo. Ojalá que las cosas, por muy turbulentas que bajen las aguas desde el norte del Ebro, no se tuerzan. No hay motivo alguno para dudar del triunfo de hoy, pero es chocante que la puñetera política y la inoportunidad de los Piqué de turno sólo sirvan para sembrar de minas el territorio.