Al sur del sur

Javier Chaparro

jchaparro@grupojoly.com

Despierta

El mejor homenaje que se puede rendir a Isabel, Micaela y otros pioneros es continuar su lucha

En tiempos en los que ni tan siquiera se había acuñado el término ONG, ellas fundaron una: Despierta. No pudieron elegir un nombre más acertado porque, efectivamente, su acción consistió en ponerle el despertador a una sociedad que hasta ese momento había permanecido inane ante el drama de las drogas y ante las mafias que se enriquecían con ellas emporcachándolo todo. Al contrario que a la también desaparecida Micaela Pérez -su amiga y cómplice en mil batallas- a Isabel Rodríguez no se le había muerto ningún hijo en el portal de una casa a causa de una sobredosis de heroína, pero la lucha de ambas y de un puñado de mujeres tan extraordinarias como ellas en La Línea de la Concepción de los años 80 y 90 del siglo pasado fue común. Con pañuelos verde esperanza al cuello, llamaron contra la ceguera de las autoridades de la época ante la expansión del caballo, una plaga negra que en su municipio y otras poblaciones acabó con las vidas de decenas de chavales. Fueron ellas las que se plantaron ante las casas donde se vendían las papelinas y ante las sucursales bancarias donde se blanqueaba el dinero de la droga. No les hizo falta ni yelmo, ni escudo, ni espada: sus armas fueron únicamente la palabra y la dignidad. En su lucha contaron con el apoyo de José Chamizo, joven cura sin sotana pero de voz ronca e imponente, capaz de abrir puertas vedadas hasta entonces.

Isabel se nos ha ido, pero -como diría el clásico- su muerte no es lo importante, sino cómo vivió. Jamás llamó a la redacción del periódico para pedir que se publicase una foto suya ni reclamó titulares con su nombre, pretendiendo alcanzar la gloria en los anaqueles de una empolvada hemeroteca. Era de esas personas que actuaba y vivía tal cual lo predicaba. El jueves pasado, José Manuel Serrano recordaba en una sentida crónica publicada en estas páginas que mientras el corrupto de Jesús Gil presumía de limpiar las calles de Marbella de "putas y toxicómanos", y el resto mirábamos hacia otro lado, ella daba acogida en su casa a estos marginados.

Ha fallecido con la tranquilidad de saber que su trabajo no fue en balde, si bien todos somos conscientes de que el camino continúa abierto y en cuesta arriba. Debido a su posición geográfica estratégica y a la importancia del Puerto de Algeciras, con un trasiego de cinco millones de contenedores al año, el conjunto del Campo de Gibraltar seguirá siendo centro de operaciones de las mafias de la droga y, por tanto, uno de los principales enclaves a nivel mundial donde combatirlas. El mejor homenaje que se puede rendir a la memoria de Isabel, de Micaela y de otros pioneros que cavaron las primeras trincheras ante las redes criminales es continuar su lucha.

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