Hoy, por fin, termino mi confinamiento, tras 15 días desde un contacto estrecho. Se considera contacto estrecho a cualquier persona que haya estado en el mismo lugar que un caso confirmado de COVID, a una distancia menor de 2 metros y durante más de 15 minutos.

El protocolo es sencillo. Vigilancia y cuarentena durante los 14 días posteriores al último contacto con un caso confirmado. Realizar PCR a los contactos estrechos con el objetivo de detectar precozmente nuevos casos positivos. Y permanecer en el domicilio, mejor en una habitación individual, restringiendo al mínimo las salidas de la habitación, que siempre se realizarán con mascarilla quirúrgica.

Pues bien, en mi caso, este contacto se produjo el día 1 de septiembre, pero hasta el día 5 no confirmaron el diagnóstico, informándome del positivo y del confinamiento. El rastreador tenía mi nombre desde el primer momento, pero hasta el 8 de septiembre no recibí su llamada.

Tras el resultado negativo de mi PCR, hecha de forma voluntaria y en laboratorio privado, no he podido ponerme en contacto con el rastreador, ni he recibido ninguna llamada suya. Mi médico de atención primaria dice que los rastreadores están desbordados y es imposible hablar con ellos, que cuando pueda me llamará.

España sólo rastrea tres contactos por cada positivo. Totalmente insuficiente para hacer una detección precoz. Cómo esperan los responsables políticos controlar la pandemia si este servicio está saturado. Siendo vital tanto para los trabajos de rastreo como para la asistencia en Atención Primaria.

Por supuesto, nuestros profesionales no tienen culpa. Para hacer las cosas bien, hay que contratar y formar a personal sanitario para esta función, y no esperar a que haya nuevos brotes para actuar, como ocurre ahora.

En Andalucía, el personal sanitario de Atención Primaria está asumiendo labores de rastreo, la atención de los colegios próximos, más sus funciones habituales en los centros de salud.

Nuestra área sanitaria soporta la mayor tasa de contagios de la provincia de Cádiz, precisamente donde hay menos recursos. El Campo de Gibraltar parte con desventaja, el personal sanitario prefiere irse a otras zonas, con mejores condiciones laborales, mejores contratos y de mayor duración, además tenemos un déficit de camas hospitalarias.

Así que, los pacientes de esta Comarca, y de Andalucía, estamos indignados, y con razón, porque no se atienden nuestras demandas y necesidades de forma adecuada, lo que denota una cada vez mayor debilidad de nuestro sistema sanitario público andaluz.

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