CAMPO CHICO

Alberto Pérez De Vargas

Algeciras capital

DÍAS atrás, el título de la columna de un colega y amigo, me llamó la atención. Me abalancé, literalmente, sobre el contenido a ver de qué iba aquello. E iba de lema, ese que, a mi parecer con gran acierto, ha acuñado el Partido Popular de Algeciras y al que recurro como titular. Mi amigo parecía haberse quedado así como a la espera de que el lema terminase de algún modo y la ofuscación por la espera le jugó una mala pasada. Evidentemente no había entendido lo que sin embargo, el lema pretende: dejar en el ambiente una cierta ambigüedad sobre el significado de la palabra capital que está claramente empleada como adjetivo.

Una letra es capital si se escribe en mayúsculas o acaso en caracteres más grandes que las que están en su mismo contexto, una expresión puede ser capital si se considera que su significado es especialmente significativo y una obra sería capital si se entendiera que destaca sobre las de su misma índole. Podríamos construir con análoga intención un número indeterminado de alusiones a objetos, personas o cosas. También cabe que se trate de indicar la capitalidad de una ciudad, única acepción que, por lo que se ve, se acomoda a la percepción de mi tan señalado colega.

Pero aun en esos límites en los que se sitúa la imaginación de mi amigo, no debiera sorprender referirse a Algeciras como capital de algo. No desde luego "de Algeciras" que no tendría sentido, sino de un territorio que acogería al que corresponde el nombre propio. Ser capital de sí misma, eso si que es un sinsentido. Es natural pues que mi amigo acabara riéndose de sus propias conclusiones.

Con independencia de la variedad de significados que tiene la palabra, no hay que tirar mucho de neuronas para comprender que adjudicarle a Algeciras la capitalidad de la comarca a la que pertenece, no es un disparate. Es una ciudad sede de la autoridad de la comunidad autónoma y de la del Estado, y tradicionalmente, aunque ahora lo sea más bien a modo de residuo histórico, es también sede de un Gobierno Militar, nada menos. No hay otro caso en España semejante, de modo que al menos puede decirse que Algeciras huele a capital. No solo se parece mucho a las ciudades que lo son sino que su estatus jurídico no tiene par en ningún otro enclave de la pell de brau, como diría el viejo y olvidado Salvador Espriu.

Por dar un poco más de lata. Hasta la palabra aislada, articulada en masculino: El capital, tiene enjundia. Y a nadie se le ocurriría preguntar ¿capital de qué?. Así, sin más, es el título de la obra magna del añorado judío prusiano, Karl Marx, padre de los descamisados antes de que Alfonso Guerra los prohijara deteriorando su bien ganada solera de la Revolución de Octubre.

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