Cuando Melania Trump se presentó ante los niños inmigrantes, separados de sus padres, con una sudadera que decía: I really don't care, do u?, los ataques fueron fulminantes. Nada de lo que llevan las primeras damas del mundo es casual, por mucha pinta de 'Uf, es que he pillado el primer avión que pasaba por casa' que tuviera. ¿Era realmente tan cabrona? ¿Tan cínica? Dentro de lo frívolo, pero también dentro del pasmo, están las decoraciones navideñas de la doña: Jack Skellington ha tenido mejores viajes lisérgicos. Si el año pasado, los adornos corrían a cargo de la bruja de Blair, este año la encargada era Carrie. ¿Casualidad? Pues eso. Melania nos tiene bien tomada la medida; sabe dónde provocar y cómo reírse -en el rincón de patio que le dejan-; ella es la Gran Gata y nosotros, los ratoncitos. Y no descarto también un toque de boicoteo marital, mujer del ático style. Qué gran Serena Joy en potencia. Bajo su mirada.

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