Análisis

José María Vinardell Crespo

Veleidades del tiempo

Muchas veces se nos antoja que volvemos a momentos del pasado; puede ser una falacia

"¿Qué es tiempo? Si no me lo preguntan, lo sé. Si me lo preguntan, no lo sé".

RASTREANDO la historia de los pueblos o al menos lo que el arte y, sobre todo, la literatura nos ha revelado, podríamos decir que existe una creencia colectiva de que algunos hechos se repiten. O tal vez sea que nosotros nos habremos asomado a otras vidas anteriores aprovechando un quiebro juguetón del tiempo, pues parece que el 'ahora' cuando aún no ha acabado de ser, ya ha dejado de ser.

Muchas veces se nos antoja que volvemos a momentos del pasado. Aunque todo ello puede ser una falacia de nuestras impresiones, pues no siempre es igual la realidad que la percepción de la realidad. Lo real es uno y único, pero es diversa nuestra concepción de lo real. Tal vez sea que el 'Ananké' griego o el 'Fatum' de los latinos mediatizan la conducta de la humanidad. O acaso sea "el inconsciente colectivo" de Jung lo que como un impulso vibrátil en el magma de los tiempos genera una aparente repetición, que la descubrimos como cíclica.

Es innegable la similitud entre la invulnerabilidad de Aquiles y de Sigfrido. Al primero la diosa Tetis lo sumergió en la laguna Estigia cogiéndolo por un pie que quedó libre del agua. Sigfrido se bañó en la sangre del dragón Fafnir, pero una hoja de tilo sobre su espalda impidió su contacto con la sangre del dragón. El poder sin límites que la épica concede a los héroes puede deificar al guerrero griego y hacer invencible a Sigfrido.

¿Cómo explicar que Isaac e Ifigenia fueran liberados milagrosamente en la inminencia de su sacrificio? Apiadado Dios por la conducta de Abraham sustituyó la víctima por un cordero. También la diosa Artemisa perdonó a Agamenón la inmolación de su hija y, reemplazada por una cierva, es transportada a Táuride y es convertida en sacerdotisa, según cuenta Eurípides. Así, la piedad es un 'pathos' universal que, inaugurado con Isaac e Ifigenia, se repetirá más veces en la historia.

¿Es un capricho del destino que las mujeres Mursis de Etiopía practiquen el rito de los platos labiales para lograr mayor número de cabras y vacas en la dote matrimonial al igual que la Botocudas de las tribus de Brasil? Todo lo que es en el espacio lo es también en el tiempo. Y cuanto no ha tenido lugar en el espacio tampoco ha sucedido en el tiempo. De donde utópico es igual a ucrónico. Y ha sido el hombre quien en la concepción y recreación de los hechos ha fecundado el mito del tiempo circular. También es significativo encontrar la leyenda El pez y el anillo, que aparece por primera vez en el bellísimo poema Sakuntala del poeta indio Kalidasa, y luego en un texto de Herodoto. Más tarde la recoge Plinio el viejo y la encontramos en Castilla con el título de El anillo de S.Atilano en el siglo X , y que luego la transforma Andersen en su célebre cuento El soldadito de plomo.

Todos estos casos pueden ser fruto de la casualidad o de la causalidad y han sido en el tiempo. Pero el tiempo es inocente. Sólo es como un eje, un huso en torno al cual se han venido hilando las creencias y las ilusiones del hombre.

Hace mucho tiempo oí decir a Priestley: "Yo estuve aquí una vez". Entonces no supe qué querría decir, pero frente al lamento con que Duchmanta termina en el poema Sakuntala "….que Siva, el que existe por sí mismo, y cuya energía está esparcida por doquier, ponga fin para mí a la necesidad de nacer de nuevo", quizás sería preferible aquel anhelo de Vittorio Gassman: "Deberíamos venir al mundo dos veces. La primera, para ensayar la vida. La segunda, para vivirla".

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios