Pudo haber pasado

Patricio González anunció en 2001 la llegada de la universidad privada Guzmán el BuenoLo mejor fue el proyecto de hacer en la Plaza Alta un aparcamiento subterráneo

La Plaza Alta pudo convertirse hace veinticinco años en un aparcamiento municipal, pero el dislate no se consumó. Eran tiempos de bandazos, la población de Algeciras iba de aquí para allá como el Pedro Stakof de Katiuska, la zarzuela en dos actos del maestro Sorozábal, que en un momento de pasión dice: "He cruzado en los inviernos Rusia entera". En nuestra ciudad no se trataba de atravesar Rusia sino de lograr un cierto equilibrio después de haber pasado el Rubicón de las izquierdas, que nos dejó hecho unos zorros. En las primeras elecciones municipales, en abril de 1979, ganó el Partido Comunista de España con una lista hábilmente confeccionada, liderada por Francisco Esteban Bautista. A los ocho concejales obtenidos se unieron los seis del PSOE para componer una mayoría absoluta entre las veinticinco plazas disponibles.

El subidón del PSOE en los años ochenta, no nos fue ajeno y entramos en ese todo socialismo que fue ralentizando su dominio desde 1983 -primer año triunfal- hasta 1991. La corporación algecireña estaba entonces formada, como ahora, por veintisiete concejales (antes fueron veinticinco) y los socialistas disponían de once sin que a su izquierda hubiera donde apoyarse; Izquierda Unida obtuvo dos concejales. Andalucistas (8) y populares (6) no se entendieron para formar gobierno tras las elecciones de mayo de 1991, pero en noviembre pertrecharon una moción de censura que abrió una nueva era en la que abundaron las ocurrencias y en la que el transfuguismo por metro cuadrado; en algún caso, de ida y vuelta; fue de los más altos. No me voy a referir ahora al anuncio, a bombo y platillos, por parte del alcalde Patricio González, el día 20 de diciembre de 2001, de la llegada de la universidad privada Guzmán el Bueno, con una inversión de 5.880 millones de pesetas. Tal vez fuera una inocentada por adelantado, pero si lo fue no sería la única de aquel período que muy bien podría rotularse como el de la "novena provincia". Hubo inocentadas por doquier y en cualquier fecha.

Pero lo mejor de todo fue, en 1993, como decía al principio, el proyecto de hacer un aparcamiento subterráneo en la Plaza Alta. No sé si fue idea de Jorge Ramos Aznar, concejal de Urbanismo; partidario decidido, en todo caso; o del mismísimo alcalde Patricio González. Aquello, gracias a Dios, no fraguó, pero a Ramos le esperaba una larga, densa, sustanciosa y brillante carrera política. Seguramente en el Partido Popular pensaron que estaban ante una mente maravillosa.

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