Con el corazón en la mano, no sé si me revientan más los licenciados en cinismo con máster en pocavergüenza o los new buhoneros líderes en disolver una mentira en cuatro partes de agua. Descubrir que hay currículums de representantes públicos dignos de haber sido confeccionados en el salón de los espejos de una feria no sólo convierten la política en un circo, también a los pobres contribuyentes en payasos (o en potenciales lanzadores de cuchillos). Y, sin embargo, observando el patio plagado de coachers, growth hacking, personal shoppers y demás oficios de futuro me dan ganas de ponerle un altar pagano a la tendencia obsesiva por acumular títulos académicos que, por lo visto, lleva a algunos al extremo de falsear sus méritos (ojalá me creyera esta última frase). Mafiosos de toda la vida, unos; nuevos vendedores de crecepelo, otros. Y nosotros en medio, mareados, cabreados, vulnerables... Y vacía la cartera.

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