Análisis

luis soler josé vargas

Chiquetete, la canción aflamencada llenó su vida

No se ha querido ir el año sin llevarse a otro artista flamenco. En esta ocasión a un cantaor. Últimamente este maleficio secuestró, en octubre de 2014, al guitarrista Paco de Lucía. En octubre de 2015 a los cantaores Canela de San Roque y Rafael Heredia, al Gitano Blanco en 2016, al flamencólogo Agustín Delgado en 2017 y, ahora en diciembre de 2018, se lleva a Chiquetete.

Nacido en Algeciras en 1948, gozó de sus primeros cantes, como nos dijo en una ocasión, cuando solo tenía diez o doce años. Con algo menos de veinte acudía a grandes festivales: "Después cuando fui cumpliendo años me di cuenta de que cantar bien era muy difícil y me enrollé con la copla, pero siempre sin abandonar lo mío".

Sin cumplir los treinta se acercó a Mairena del Alcor y se apuntó en su concurso de cante jondo logrando el primer puesto. Ha grabado más de veinte elepés, de los cuales queremos destacar Aprende a soñar, Ser amante y Eres mía.

Chiquetete tenía una voz tan melodiosa, tan melosa y tan dulce que olía a pastelitos de panadería antigua. Esa voz condicionó sus continuos aterrizajes. Por eso también cantó otro tipo de coplas y canciones. Y fue un gran aporte a un género que, sin ser propiamente flamenco, suena a tal cuando Chiquetete se siente a gusto. Ha sido un cantaor a ultranza, que vivió nuestro flamenco floreando, sobre todo, a la soleá de Triana.

Los flamencos del Campo de Gibraltar, tierra que lo vio nacer, hoy sienten el dolor y la pena, compungidos entre sollozos y canciones por sevillanas y rumbas.

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