Análisis

Alberto Pérez de Vargas

Bienvenido al puerto

Si, en efecto, es Fenoy el llamado a continuar la formidable tarea de Morón, bienvenido sea

Dicen por ahí que Carlos Fenoy Rico, que pronto completaría, si procediera y se diera, dos décadas al frente de la Cámara Oficial de Comercio, Industria, Servicios y Navegación del Campo de Gibraltar (Cámara), podría ser el próximo presidente de la Autoridad Portuaria de la Bahía de Algeciras (APBA), de cuyo quehacer está al día por ser miembro nato de su Consejo de Administración.

De un tiempo a esta parte tenemos en los Fenoy un indicador de talento que ayuda a la promoción de la marca, que es lo que, al fin y al cabo, traduce un apellido. Además Fenoy -éste y los demás también- es un personaje relevante, conocido y de frecuente aparición en los medios.

No hace mucho confirmaba en Radio Algeciras su intención de optar a repetir en la presidencia de la Cámara, y en estos días ha aparecido con fuerza alineándose con la creciente corriente de demandas ante las deficiencias ferroviarias que sufre la comarca, que si bien no es el único territorio que puede plantear quejas -ahí está Extremadura- sí que el asunto adquiere especial gravedad en estos lugares, precisamente por su repercusión negativa en la actividad portuaria.

No nos ha ido mal, esa es la verdad, con las personas que han desempeñado el importante cargo de presidente de la APBA. Diría que tengo buen recuerdo de sus actuaciones, tanto en las que poco tenían que ver con la actividad como en las que, como ocurre ahora, por su formación se daba un natural acomodo al puesto.

Es de destacar Manuel Morón Ledro, ingeniero y loreño ilustre; oficialmente desde que, en el mes de octubre, el ayuntamiento de Lora del Río tuvo el detalle de reconocer la evidencia de lo que supone la labor que este hombre ha desarrollado en el Campo de Gibraltar, no sólo en este destino sino desde que su trabajo le señaló estos pagos.

Siento que Morón deba dejar la presidencia de la APBA. Termina con él un período de dos décadas de extraordinaria brillantez, que estoy seguro aprovechará su sucesor. La voracidad del puerto, paralela a su desarrollo, ha causado no pocos perjuicios a la calidad natural de su entorno, pero su incidencia es, sin duda, muy positiva en el nivel de vida y en el bienestar de los habitantes del Campo de Gibraltar.

Si, en efecto, es Carlos Fenoy el llamado a continuar la formidable tarea de Morón, bienvenido sea. No debe de ser nada fácil ponerse a ello, pero seguro estoy que sabrá manejar el timón de uno de los más grandes y de mejor futuro entre los puertos más importantes del mundo.

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