La frontera de La Línea y Gibraltar
Crónicas de la prosperidad compartida
Las fronteras representan la separación entre sistemas económicos, políticos y sociales. Su gestión es también un arma de política exterior, como ha demostrado Marruecos cerrando las de Ceuta y Melilla
Colas en la Verja
Una frontera no es ese muro que divide a las personas. Las fronteras representan la separación entre sistemas económicos, políticos y sociales. Derribar una frontera requiere que las sociedades de ambos lados se encuentren equiparadas social y económicamente puesto que, de no ser así, se producirían desigualdades sociales y económicas.
Pudimos experimentar en nuestras propias carnes lo que supuso la entrada de España en la UE con la reconversión industrial, del sector agrícola y no digamos ya del sector pesquero, al que en algunos puertos dio su puntilla final. Basta buscar fotografías de la dársena del Puerto de Algeciras del siglo pasado para ilustrarse sobre lo que ocurrió.
Que se derribe una frontera no es una cuestión que deba tratarse con banalidad. Requiere de mucha negociación y legislación para hacer confluir los intereses de cada cual y no se produzcan desigualdades o quiebra de sectores productivos. Y parece que en el asunto de Gibraltar no se han tenido en cuenta estos parámetros.
La gestión de una frontera también es un arma de política exterior. Esto lo ha aprendido muy bien nuestro vecino marroquí, que ha cerrado las aduanas con Ceuta y Melilla. Ha recolocado a todo el personal que se dedicaba al acarreo de mercancías sobre sus espaldas y, de esa manera, ha evitado que dependan de España para ganarse el jornal. Así ha conseguido estrangular económicamente a ambas ciudades autónomas; y para posibilitar su subsistencia, a Ceuta y Melilla las estamos manteniendo económicamente entre todos los españoles.
Con las contrapuertas instaladas en 1954, España se hizo con una herramienta que, la mayor de las veces, no ha sabido o no ha querido usar en defensa de sus legítimos intereses
Entiendo que nuestros diplomáticos han de ser conocedores de todas estas lecciones, pero lo seguro es que este tipo de enseñanzas son impermeables a la clase política española. Con las contrapuertas, instaladas en 1954 por el entonces gobernador del Campo de Gibraltar, como respuesta al control del paso por la Verja por parte británica, España se hizo con una herramienta que, la mayor de las veces, no ha sabido o no ha querido usar en defensa de sus legítimos intereses.
Ya se ha expuesto cómo la totalidad de la economía gibraltareña se sustenta en la diferenciación fiscal con España y en la frontera fluida. Con esto presente, cualquier persona sabría qué teclas tocar para hacer bailar a los llanitos. Me explico.
La respuesta a los rellenos
Cuando desde Gibraltar se gana terreno al mar durante unas negociaciones, dado que ese tipo de actos representa una actitud hostil, la respuesta de los gobiernos no puede ser mirar para otro lado, silbar para arriba y dejar hacer. No se puede cargar sobre una Asociación como Verdemar la defensa de los intereses españoles. Un gobierno decente debería considerar una vergüenza que sea Verdemar la que tenga que instar a actuar a la justicia y que tenga que abrir un crowdfunding para pagarse la fianza.
Después de meses entrando camiones cargados de piedras provenientes de canteras malagueñas, lo mejor que se les ocurrió fue mandar un becario a la frontera a contar camiones. Que alguien avise al Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico (Miteco) que hay una cosa llamada correo electrónico o teléfono con el que se puede contactar con el Ministerio de Hacienda y recabar todos esos datos: cada piedra ha quedado registrada en los formularios de la Aduana.
Lo que cualquier hijo de vecino hubiera esperado ante esta situación y que, por cierto, aún están a tiempo de hacerlo, es impedir la exportación de esas piedras a Gibraltar, sin más, media vuelta al camión en la Aduana. El que no se haga solo da que pensar que alguien en el lado norte de la Verja, muy bien posicionado, se está llenando los bolsillos con la operación. Ignorancia no puede ser la excusa.
Este tipo de actuaciones es lo que lleva a que en el Campo de Gibraltar se tenga la impresión que el llanito siempre sale ganando. Se lleva la tostada untada por los dos lados. ¿Será por que la paga?
Los submarinos nucleares
Esto no es algo aislado. Cada vez que un submarino nuclear atraca en la base naval de Gibraltar, el Gobierno español emite una tibia protesta porque nos colocan un reactor nuclear a 2.500 metros de La Línea de la Concepción.
Si ustedes se fijan en las fotografías de todas esas visitas, podrán observar la existencia de un generador eléctrico de una empresa española. La segunda economía mundial en renta per cápita tiene un sistema eléctrico de república bananera; su baja calidad y fiabilidad y los recurrentes apagones -esta semana tuvieron uno duradero- no sirve para dar apoyo a un submarino nuclear.
Además de tibias protestas, ¿a nadie se le ha ocurrido prohibir el tránsito por la aduana de esos generadores? Si quieren electricidad fiable, que se traigan uno de la metrópoli. Pero ya sabemos que el contribuyente británico no está para asumir esos costes.
Pero ahí no se acaba todo. Cuando el británico saca músculo y carga misiles Tomahawk en los submarinos, a la vista de todos, la grúa que realiza la maniobra también ha transitado por la aduana. No hace falta cerrar la Verja y facilitar que el británico y el gibraltareño se victimicen. Media vuelta a la grúa y seguro que en la Royal Navy empiezan a vaciar las estanterías de Morrison del papel más consumido en la pandemia.
Ya que estamos con Tomahawks siempre me surgen dudas sobre cómo van a encajar el material militar en la Aduana Común Europea
Ya que estamos con Tomahawks siempre me surgen dudas sobre cómo van a encajar el material militar en la Aduana Común Europea. El transporte de este tipo de artefactos requiere de un importante convoy de vehículos por seguridad que, a buen seguro, colapsaría la circulación llanita. Sin embargo, estos aparecen en los muelles militares del puerto de Gibraltar como por arte de magia. En la horadada Roca ha de existir, necesariamente, un polvorín con salida directa a esos muelles que, a buen seguro, supervisará el resguardo fiscal de la Guardia Civil cuando entre en vigor el acuerdo fantasma. Entonces nos enteraremos de qué guardan en su interior. O no.
Con este tipo de medidas se conseguirían poner líneas rojas al británico/gibraltareño y hacerle entender hasta dónde puede llegar un vecino y hasta dónde no. Pero desde Madrid se ha malacostumbrado al vecino. ¿Por qué será?
Trece años de Verja cerrada
Este mes andan de celebraciones los vecinos gibraltareños. Han montado una exposición recordando los trece años que estuvo cerrada la Verja. Aparte de la lloradera e indignación que les produce, lo cierto es que el cierre de la Verja tiene muchas similitudes con la situación actual. En ambas ocasiones el Imperio británico fue el que metió en problemas a sus colonos y en ambas ocasiones quieren que los vecinos del norte les saquen las castañas del fuego. Descuiden que llegará el día en que nos culpen de su salida de la UE, al igual que hacen con el cierre de la Verja.
El cierre de la Verja fue de las pocas veces en que se hizo un uso correcto de la frontera para evitar que nos abusaran. Gibraltar vende el cierre de la Verja como un antojo del Gobierno español omitiendo deliberadamente cómo el británico tensionó la situación hasta no dejar otra salida que aplicar la medida del cierre de la Verja. Si el lector quiere ampliar datos le recomiendo la lectura de libro de José María Carrascal, La Batalla de Gibraltar, donde se detalla cómo se llegó al cierre de la Verja.
Durante la presentación de la citada exposición, el viceministro principal, Joseph García, comentaba que "los que cruzan la frontera han sido sometidos a menudo a controles desproporcionados y políticamente motivados, deliberados y siguiendo instrucciones desde arriba". Siempre poniendo por delante a "los que cruzan la frontera", es su manera de parapetarse detrás de los trabajadores para no reconocer que esos controles les mortifican la vida. El problema de esto, es que el mensaje llega a Madrid y se lo compran.
Decía el Sr. García, apellido muy británico, por cierto: "En resumen, esos controles en la frontera terrestre se han utilizado a menudo como arma de coacción contra Gibraltar". Bienvenido a la realidad Sr. García. España, como país soberano, puede aplicar todas las medidas legales que estime conveniente para defender sus intereses. Ustedes se valen de la pedrea de premios de sus presupuestos para difundir sus relatos en Corea del Norte. Eso es legítimo por su parte, pero no por parte de los que reciben los premios, ya lo comentamos, los del artículo 592 del Código Penal. El día que estos se encuentren ante las togas, veremos a sus bufetes y asociados defendiéndolos. Cuidarán de los suyos como corresponde a la familia Genovese. Hay que evitar que alguno cante.
También recurrió el Sr. García a una práctica muy de familia Genovese, cargar las culpas a una cabeza de turco. En este caso atribuyó al Jefe de la Frontera de Policía Nacional el aplicarle los controles Schengen por voluntad propia. Se cree el ladrón que todos son de su condición.
Brahim Gali y Delcy Rodríguez
Ya sabemos cómo se han gestionado las fronteras por parte del actual Gobierno. Los casos de Brahim Gali y el de Delcy Rodríguez son dos claras muestras donde la voluntad del Ejecutivo se ha visto frenada por funcionarios que, por no encontrarse en lo alto de las escalas de mando, aún no han sido extorsionados con la dicotomía puesto/ascenso.
Para conocer cómo funcionan las cosas en Corea del Norte, recomendaría al Sr. García se pusiera al día sobre la reciente sentencia en relación a la avalancha de menores en Ceuta en mayo de 2021. En aquella ocasión, la delegada del Gobierno en Ceuta y la exvicepresidenta primera de la Ciudad Autónoma devolvieron a los menores a Marruecos sin seguir los trámites oportunos. Me juego un brazo a que en aquella ocasión siguieron las órdenes que verbalmente les vinieron del Gobierno central y esos mismos que les dieron las órdenes se han quitado de en medio cuando han sido condenadas a 9 años de inhabilitación.
Este asunto, a buen seguro, guarda mucha similitud con la excepción de no sellar los pasaportes a los llanitos. No sabemos a cambio de qué ustedes han conseguido un trato de favor ilegal. La cosa no debe oler muy bien. ¿Quizás a diésel? Ya que el Gobierno español da las ordenes verbalmente, por teléfono, y el día que desde la Justicia se condene a 9 años de inhabilitación a algún pobre desgraciado de la Policía Nacional por este asunto, el Gobierno y ustedes se quitarán de en medio. En este caso no es de la familia Genovese, no ha cobrado de ellos.
Si ustedes tienen quejas por cómo se les ha prestado el servicio que han pagado, diríjanse al que les ha cobrado por el servicio y no la cargue contra el repartidor.
Cuando a un gobierno le va mal en el interior, se busca enemigos en el exterior. Hoy el Gobierno español tiene puesta la vista en el otro extremo del Mediterráneo para espantar sus males interiores.
Temo que en Madrid se enteren de que Gibraltar es una oligarquía de abogados hebreos y, en nada, se aliente a una horda de gente a increpar al gibraltareño en la Verja con aquello de Palestina libre. ¿O quizás nunca pase?
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