El estadio Municipal de La Línea reabre este domingo (12:00) su grada de Tribuna –cerrada parcialmente desde el mes de septiembre e inutilizada desde enero– para albergar, ya sin visera, un partido trascendental. Mucho más importante de lo que pueda parecer. La Balompédica, que solo ha ganado uno de sus últimos ocho compromisos, precisa vencer para frenar su caída en la tabla pero, sobre todo, para ahuyentar a los fantasmas que ya han anidado en los corazones de muchos de sus aficionados. El recién renovado Jordi Roger es consciente de la situación y agita la coctelera. No sería precisamente extraño que introdujese hasta cinco cambios en el once inicial.

Después de la semana más larga e intensa que haya vivido la Real Balompédica en mucho tiempo, por fin es tiempo de fútbol, solo de fútbol. Y de fútbol visto desde la Tribuna, como toda la vida. Apenas 48 horas después de que el presidente albinegro, Raffaele Pandalone, entregase a los aficionados –a los linenses en general– poco menos que un cheque en blanco que garantiza la supervivencia de la centenaria entidad, vuelven los problemas domésticos. Problemas reducidos a lo más esencial de este bendito y al mismo tiempo maldito deporte: ganar.

La Balona no gana en casa desde el 16 de diciembre. Más de dos meses. Una racha que ha puesto en entredicho la credibilidad de un equipo que hasta Navidad generaba envidia. No hay más aplazamientos para reencontrar ese orgullo que siempre caracterizó a quienes se enfundan la túnica con los colores blanco y negro.

La derrota a manos del Sevilla Atlético (igual sería más exacto decir a manos de Bryan Gil y el resto de sus compañeros) parece quedar ya muy lejana.

Y es que después llegaron la bronca del presidente exigiendo más intensidad, la desaparición del día libre durante esta semana, la puesta en escena de la renovación de Ismael Chico, la confirmación de que Roger continuará al menos una temporada más y como guinda, el anuncio de que la entidad ha dejado reducida a la nada su deuda con la Seguridad Social.

Sin embargo, todo eso queda hoy por unas horas aparcado en segundo plano. Ahora llega el momento en el que la Balompédica está obligada a derrotar a un rival incómodo y sumar tres puntos para llegar a esos 40 que empiecen a destruir miedos más o menos infundados. Eso ya, según gustos.

Una semana más al término del entrenamiento matinal del sábado el entrenador no tuvo que realizar descarte alguno. Las bajas dejan la plantilla reducida a los 18 hombres que puede inscribir en el acta. Entre ellos y como principal novedad el meta marbellí Javi Fernández, que verá reflejado su nombre por primera vez como balono, y el defensa Joe, que se ejercitó sin sus nuevas gafas que de momento no le hacen sentir cómodo y que está dispuesto a echar una mano si fuese necesario sin esa protección.

No están a disposición del preparador Pirulo, que cumple el segundo y último partido de sanción que le impuso el Comité de Competición. Kibamba, que sigue sin entrenarse tras sufrir el pasado domingo un esguince del ligamento lateral, y el meta David Robador, que en el amistoso del jueves recibió un fuerte golpe en la cara y tiene aún visibles secuelas del encontronazo que le hace permanecer en reposo.

En cuanto a la alineación, unas por obligación y otras por decisión del míster, pero se avecinan varios cambios. En la retaguardia Sergio Rodríguez volverá al eje de la zaga y su puesto en el lateral derecho será para Carlos Expósito, como ya sucedió en el último encuentro en casa, ante el Melilla. Carrasco y Pierre completarán la retaguardia.

En el pivote el ahora más que nunca sempiterno capitán Ismael Chico apunta a recuperar la plaza de titular en detrimento de Pablo Santana, aunque Tarsi Aguado no es una opción descartable. Gato parece tener garantizada su titularidad, pero no así Juampe, quien podría dejar su plaza a Abel Moreno. En la media punta David Moreno se perfila como titular, como también lo hace Gastón como referente ofensivo.

Roger, que admite que la semana ha sido “diferente” porque había que responder “con trabajo” a los malos resultados, explica que sometió a comienzos de semana al vestuario a una terapia de grupo y que los jugadores dieron un valioso primer paso: reconocer sus errores.

El míster, que asegura que el equipo necesita darse una satisfacción a sí mismo, califica al Sanluqueño como “un rival rocoso, con gente rápida en las bandas y un jugador que está por encima de todos como es Güiza” de manera que presume “un partido difícil”.