Real Balompédica - Atético Antoniano | La crónica

La victoria inexplicable (4-2)

Jugadores y técnicos de la Balona festejan el 3-2, obra de Fran Carbià

Jugadores y técnicos de la Balona festejan el 3-2, obra de Fran Carbià / Erasmo Fenoy

Ya no quedan dudas: el Dios del fútbol -que seguro existe- es muy balono. Pero mucho. Y además gusta de escribir sobre el equipo de La Línea con renglones torcidos, seguramente para su regocijo... y el infinito sufrimiento de su hinchada. Que un equipo que llevaba semanas envuelto en un ambiente turbulento esté 0-2 a falta de poco más de diez minutos, con la directiva solicitando que la Policía precinte el palco presidencial por si las moscas... acabe literalmente aclamado después de vencer 4-2 con tres goles en el tiempo añadido solo se entiende desde aquello que Montxo Armendáriz acuñó como secretos del corazón en aquella maravillosa película que fue candidata a los Óscar en 1997.

No existe un solo razonamiento futbolístico convincente para explicar por qué la Real Balompédica Linense derrotó este domingo al Antoniano. Ni falta que hace. Ganó la Balona, que tuvo esa pizca de suerte (bueno y sin pizca) que le faltó, por ejemplo, en Cartagena en la última cita de 2023. El equipo de Baldomero Hermoso Mere (al que con el 0-2 ya le habían buscado relevo en la Tribuna) se coloca sexto a un solo punto del play-off con toda la segunda vuelta por jugarse. Éste de mitad de liga es uno de esos partidos que señalan el camino correcto en una encrucijada. La Recia salió al más puro estilo Recia de las catacumbas para reengancharse a la vida. Balona en estado puro.

Pocas veces es tan complicado explicar un partido de fútbol. Un duelo abierto en el que los de casa con posesión y los forastero -que para nada parecen un conjunto en puesto de descenso- con contras letales pudieron llevarse al agua a su molino. Resuelto con una polémica más que justificada por un posible penalti de Ackerman justo antes del 3-2. Hablar de justicia es ridículo después de noventa y pico minutos como estos. Lo único que queda en la retina es una remontada épica (por fin) y hasta las lágrimas de algún hincha añejo que hacía tiempo que no vivía algo tan emotivo. Vaya manera de empezar un año. Cuánto en tan poco. Ya habrá tiempo de hacer la autopsia y contar todo lo malo que dejó el duelo. Y a quién le importa, que cantaba Alaska.

Mere introdujo una variante sobre el once previsto. Prescindió de Morcillo, colocó a Sergi Monteverde en el eje de la zaga y dio galones en el medio a Adri Peral. Ya para entonces el Dios del fútbol le había designado como héroe. Suyo fueron los dos primeros goles (golazos) y a él le pertenece el espíritu de la remontada. Debutaron los dos recién llegados. Rafa Ortiz para hacérselo mirar. No queda otra que concederle un salvoconducto temporal (temporal). Pitu con muy, pero que muy buena pinta. Con desparpajo, con verticalidad y con una asistencia en el 3-2 de esas que sirven de tarjeta de presentación.

El comienzo del choque no permitía presagiar lo que iba a suceder. Daba la sensación de que era cuestión de tiempo que la Balompédica derribase el muro rival. Brian Jaén mantenía con vida a los de Lebrija a base una parada tras otra. Y de repente un córner. Adri Peral (ojo Adri Peral, para darle más sustento a la historia escrita con renglones torcidos) se resbaló y Pedro Melli que cabeceó sin oposición e hizo el 0-1.

Todos los fantasmas a pasear. Y para que nada faltase Pitu que cabeceó fuera a un palmo del marco. En el tramo final de la primera entrega una ocasión por bando Facu le sacó una mano increíble a Ángel. Brian otra similar a Fran Carbiá.

El ambiente era irrespirable. Daba la sensación (con toda seguridad irreal) de que había balonos que esperaban que perdiese su equipo para poder sacar la guadaña. Y un cuarto de hora después de volver al césped el 0-2. Una pérdida irresponsable de Javi Pérez, un recular de Rafa Ortiz que es difícil de concebir y Rivero que anotó el 0-2.

Había media hora por delante y el vértigo era enorme. La Balona se cortocircuitó. Ya no se sabía muy bien con quién iban algunos espectadores. Y hasta por dos veces pudo sentenciar el equipo del exbalono Diego Galiano. Otra vez Facu se cruzó en el camino, esta vez de Barrios. Y el consiguiente córner no se convirtió en un autogol y por ende en el 0-3... porque el Dios del fútbol tenía reservado otro final y no quería que nadie se lo averiase. No hay otra explicación.

Cuando todo, absolutamente todo parecía perdido, ya en el 84 comenzó esa catarsis que solo se declina en balono. Adri Peral se fabricó un golazo desde la esquina. Y los mismos que querían acabar con todo empezaron a entonar el “sí se puede”. Aunque fuese por lo bajini. Así es la Balona. Y solo así se la puede entender y se la puede querer.

Lo que sucedió después del 90' es solo para los muy cafeteros. Al Antoniano -que nunca tuvo más cerca su primer triunfo como visitante- le temblaron las piernas. Y no se sabe si fue la grada la que insufló el último ánimo al equipo o viceversa.

Lo cierto es que en el 91' en una falta que existió sobre Joao Pedro llegó el empate (2-2), obra de Adri Peral. Y la locura comenzó a desatarse. No era nada relacionado con el deporte ese que algunos desaprensivos dicen que son once tipos en calzoncillos dándole patadas a un balón. Era una cuestión de fe. De una bendita locura colectiva escrita en blanco y negro.

En el 93' Jaime encaraba a Facu y acabó por el suelo. Para qué mentir. El 99% de los que estaban en el estadio pensó en lo peor. Lo que pareció. Lo cierto es que el árbitro estaba muy cerca y mandó seguir. Este último giro estaba el el guion que había perfilado el de arriba. Mientras los visitantes estaban casi más pendientes de reclamar al árbitro la pena máxima que del juego, Pitu soltó un pase con el exterior que Fran Carbià leyó de maravilla y mandó al fondo de la red con un empujoncito al alcance de muy pocos. La tormenta perfecta se había consumado.

El cuarto gol, obra de un Chema Moreno -que igual cierra con él su etapa en La Línea- ya fue un abuso para los corazones. Parece ser que este domingo se jugó un partido de balompié en el Ciudad de La Línea. Y que el equipo de casa, que a ratos jugó rematadamente mal y mostró lagunas inabarcables, venció 4-2. No se dejen engañar. No tiene nada que ver con el fútbol. Es la Balona. Y ante eso...

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