Flamenco en Algeciras

El flamenco invade Alcultura con sus armas más festeras

  • Triunfo por la vía de la transmisión de José El Pañero, la japonesa Rhina Motohkaw y Javier Heredia, acompañados genialmente a la guitarra por José de Pura

Rhina Motohkaw baila bajo la atención de Chirovao, José El Pañero, Heredia y José de Pura

Rhina Motohkaw baila bajo la atención de Chirovao, José El Pañero, Heredia y José de Pura / Jorge del Águila (Algeciras)

El flamenco más festero ha dejado un dulcísimo regusto entre aficionados y los que no lo son tanto en la primera noche en la que Alcultura y la Sociedad del Cante Grande de Algeciras han unido sus esfuerzos para que el cante, el toque y el baile se vivieran al aire libre en los contenedores rojos de la dársena del Saladillo. Triunfo y puerta grande para el singular grupo de flamencos conformado por José El Pañerola bailaora japonesa Rhina Motohkaw y el sevillano Javier Heredia, perfectamente escoltados por las palmas del Chirovao y la guitarra de Joselito de Pura

La fiesta no falla. Quienes estaban anunciados en el cartel lo sabían y saben de sobra. Y con esas armas, de menos a más y poco a poco, fueron calentando el ambiente de un aforo que superó las cien personas hasta meterse al respetable en el bolsillo. La liviana de El Pañero, que siguió a las palabras de bienvenida de los presidentes del Cante Grande y Alcultura, Carlos Vargas y Francisco Soto, respectivamente, sonó como un grito desgarrado y anunciador de lo que se avecinaba. 

Lo que venía no era poco. Primero los cantes de Cádiz bailados magistralmente por la artista de Yokohama Rhina Motohkaw, un derroche de estética, plasticidad y compás envuelta como se presentó, además, en un precioso vestido rojo aderezado por un mantón blanco. Cuentan los estudiosos que el carácter nipón, muy basado en la autosuperación del individuo en cada actuación, casa a la perfección con el flamenco. Así debe ser, porque Motohkaw baila cada vez mejor. 

A partir de ahí, esta noche flamenca entró en un punto sin marcha atrás de progresiva ebullición. Subió la temperatura El Pañero gracias a unas bulerías de su puño y letra -Por no llamarte, se titulan- que llevan al público a un estado de atención, comunión y energía respecto a lo que se está haciendo en el escenario difícilmente igualable. Pura transmisión flamenca, en pocas palabras. 

El duelo por bulerías fue sin cuartel. Tanto Javier Heredia como El Pañero ejecutan un baile clásico gitano-andaluz que apenas ya si se puede ver, repleto de emoción y gracia. Sin moverse apenas de un espacio que no supera el metro cuadrado. Nada de exhibiciones físicas sin cuento. Heredia, en pleno baile, se topó con los fuegos artificiales de la velada del Carmen en la inmediata barriada de Pescadores. No pudo resolver el episodio con más humor. Siguió bailando y haciendo gestos como que disparaba y diciendo frases como "vamos a aguantar que pase la marea". El público y los artistas se morían de la risa ante tanta flamenquería y naturalidad. Qué gozada. Se marcó el detalle de dedicar unos fandangos al presidente honorario de la Sociedad del Cante Grande de Algeciras, José Vargas, sentado en primera fila. 

La velada concluyó con Heredia y el cantaor algecireño enfrentados en un mano a mano al que puso su baile por bulerías Rhina Motohkaw. Fue una celebración de disfrute y dominio del flamenco para sumar afición y adeptos como se hacía antiguamente en las casas y patios de vecinos, en vivo y en directo. Sin trampa ni cartón. Con toda la autenticidad de la que es capaz un arte que llega a un espacio cultural y lo hace suyo por unas horas pero deja un sello francamente inolvidable. 

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