La Puerta de Jerez de Tarifa

Historia de Tarifa

En 1275 los meriníes o benimerines ocuparon Tarifa hasta 1292. En esta postrera etapa de presencia musulmana se afianzaría el definitivo entramado urbano tarifeño delimitado por la preexistente muralla

Los arqueólogos e historiadores consideran que fue entonces cuando se construyó la originaria puerta de Jerez

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Imagen de la Puerta de Jerez y su entorno a comienzos del siglo XX. Se observa la casilla de consumos y la antigua lápida con la leyenda “M N M L Y H ciudad de Tarifa”.
Imagen de la Puerta de Jerez y su entorno a comienzos del siglo XX. Se observa la casilla de consumos y la antigua lápida con la leyenda “M N M L Y H ciudad de Tarifa”.
Andrés Sarria

Tarifa, 03 de agosto 2025 - 04:00

A falta de documentos, testimonios o pistas arqueológicas que certifiquen cuándo y cómo se edificó la puerta de Jerez de Tarifa, un breve repaso a la historia de la ciudad nos brindará alguna luz al respecto del incierto origen y sobre otras cuestiones que conciernen a tan emblemática construcción.

El fin del califato de Córdoba en 1031 dio paso al periodo de los reinos de taifas y a la inexorable invasión de distintos ejércitos norteafricanos. Primero, los almorávides poblarían el original barrio tarifeño de la Almedina con su muralla junto al castillo. Luego, a mediados del siglo XII, llegaron los almohades, incorporando al poblamiento inicial el barrio de la Aljaranda con nuevo recinto amurallado. En aquellos tiempos también debió de levantarse una cerca que defendía la aún no del todo poblada ladera derecha del arroyo de Tarifa, conformando un arrabal y albacar.

En 1275 sobrevino otra oleada de belicosos norteafricanos: los meriníes o benimerines, que ocuparon Tarifa hasta 1292. En esta postrera etapa de presencia musulmana se afianzaría el definitivo entramado urbano tarifeño delimitado por la preexistente muralla. Y arqueólogos e historiadores que entienden del asunto están en que es entonces cuando se construye la originaria puerta de Jerez.

Los castellanos conquistaron la plaza en 1292, siendo reformada esta puerta pocos años después, aunque no es posible concretar la fecha. Se le añadió un cuerpo con objeto de reforzar su condición defensiva, cubriéndose el espacio vacío entre las dos torres de flanqueo. Saltan a la vista dichas dos fases constructivas: la de arquitectura árabe y la del estilo gótico cristiano.

Como plaza de armas, Tarifa estuvo siempre subordinada a la autoridad militar y su urbanismo supeditado a las imperiosas necesidades de la defensa. Pese a ello, en ciertos momentos el estado de conservación de las murallas y de las puertas del Mar y de Jerez dejaba bastante que desear en cuanto a preservar la seguridad de los vecinos.

Vista de la Puerta de Jerez desde el exterior de la muralla.
Vista de la Puerta de Jerez desde el exterior de la muralla.

Aquellas murallas algo arruinadas se declararon inútiles para la guerra en 1868, lo que conllevó su entrega al ministerio de Hacienda, que a su vez cedió la titularidad al municipio. El vecindario venía reclamando con insistencia su demolición con el doble objetivo de facilitar el crecimiento urbano y el saneamiento del casco histórico, además de evitar un derrumbe que podría tener fatales consecuencias. Con la Revolución de Septiembre de aquel año 1868, estos planes fueron acometidos de inmediato por el Ayuntamiento presidido por Pablo Gómez Moure, farmacéutico y masón.

En esa breve coyuntura política se procedió con urgencia a demoler determinados tramos, empezando por la puerta de Jerez, ya bastante deteriorada, sobre todo en su flanco izquierdo. Las obras fueron adjudicadas mediante subasta pública en catorce mil reales al maestro albañil Juan Gómez Cuadro, quien a principios de 1869 inició la “demolición de la Puerta de Jerez y torreón que sobre la misma se encuentra”.

Pero la corporación municipal revolucionaria fue disuelta en pocas semanas, y la sucesora decidió suspender la operación en tanto que se dilucidaba sobre la cuestión con más sosiego. En realidad, el derribo había sido paralizado sólo unos días después de su comienzo gracias a la rápida actuación del Gobierno Civil provincial.

Por fortuna, lo derruido se limitó a la parte del torreón existente sobre la puerta, por cuyo trabajo reclamó el contratista una indemnización. Luego, organismos culturales como la Comisión Nacional de Monumentos y la Academia de Bellas Artes de San Fernando (Madrid) tomaron cartas en el asunto disponiendo la conservación del patrimonio tarifeño, incluyéndose este monumento, que fue parcialmente restaurado añadiéndole las almenas que ahora vemos.

Cuerpo de guardia y recaudación del consumo

Puerta de Jerez es título que le viene por ser el punto de partida y llegada del camino de Cádiz y Jerez de la Frontera. Está ubicada en el promedio del frente noroeste de la muralla, el que se despliega desde la torre del Corchuelo hasta la de San Sebastián. Por su lado extramuros, confluyen aquí la avenida de Andalucía y las calles Batalla del Salado (antes calle Real) y Coronel Francisco Valdés. Y hacia el interior de la población, esta entrada se abre en abanico a cuatro calles: Peso, Jerez, Ntra. Sra. de la Luz y Silos.

Vista de la puerta desde el interior de la población.
Vista de la puerta desde el interior de la población.

Siempre ha desempeñado la función de “entrada y salida principal de la Plaza” para personas y mercancías. Además, tradicionalmente se ha tomado como uno de los más reconocibles puntos de referencia y de encuentro para visitantes y para los propios tarifeños. Por poner dos ejemplos. De aquí partían los muchos jornaleros que trabajaban los campos en torno a la antigua laguna de la Janda, lo que también originaba un considerable tránsito de bestias.Igualmente, aquí se reunían los conocedores de las vacadas al objeto de salir en busca de los toros que se corrían por las calles en las ocasiones de algún festejo.

Para controlar la entrada se apostaba en principio una guardia militar, aunque luego fueron operarios municipales los encargados de la vigilancia. En cualquier caso, al ser Tarifa plaza de armas, las autoridades castrenses estaban atentas a que ésta y las otras dos puertas estuvieran en las debidas condiciones, cometido que correspondía al Ayuntamiento. No siempre se cumplía, como en 1762, advirtiendo el gobernador tarifeño que las puertas del Mar y de Jerez se encontraban en pésimo estado, “sin poder servir ni usar de ellas, de suerte que se quedan abiertas”. El cabildo acordó repararlas “para que no se experimente falta alguna en dicha obra por ser cosa del Real servicio”.

Las puertas se cerraban al anochecer, pero al menos desde 1821 se vio la necesidad de que una de las tres se mantuviese abierta de forma permanente. Con la preceptiva autorización del Intendente provincial, desde febrero de 1822 se permitió que fuese la de Jerez la que quedase abierta; eso sí, “según y como acuerde el señor gobernador militar”.

Hasta bien entrado el siglo XX, para introducir y vender mercancías en la población debía pagarse un arbitrio, vulgarmente el consumo, especie de antiguo portazgo. Para su recaudación existía un fielato en cada puerta, habilitándose un puesto o caseta con su vigilante, llamado el consumero o consumista. La minúscula habitación del lateral izquierdo del pasillo conforme se entra en la puerta de Jerez parece que sirvió como resguardo para este guardia o agente municipal.

En el entorno de la puerta solían congregarse marchantes y productos en tanto que se gestionaba el pago del fielato, que podía llevar un buen rato o incluso días. De forma que aquello venía a convertirse en un auténtico almacén al aire libre con géneros de todas clases y procedencias, llegando a ofrecer el lugar un aspecto bastante deslucido. Un poema inserto en el semanario local La Unión de Tarifa lo describía en 1928 de esta manera: “Al pie de Tarifa / custodiando la histórica Puerta / de Jerez como anuncio de luchas /, hay una trinchera. / Fórmanla adoquines, / cargamentos de grano, maderas / y bidones de aceite, y barriles / y ladrillos, / y mil herramientas / y las cosas más raras del mundo / y las más diversas…”.

Durante el mandato del alcalde Carlos Núñez Manso, entre mayo de 1928 y febrero de 1930, se enmendó aquella situación de dejadez. Fueron retirados objetos que afeaban el histórico monumento y se colocó en su fachada el vistoso panel de azulejos actual. En 1951 se le practicó otra restauración, instalándose allí una oficina de turismo. Y la última actuación importante se llevó a cabo en la década de 1990, prohibiéndose entonces el tránsito de vehículos.

Descripción y características

Se trata de un monumento protegido por decreto de 22 de abril de 1949 sobre la protección de los castillos españoles y por la Ley 16/1985 de Patrimonio Histórico Español. Fue declarado Bien de Interés Cultural en 2003, figurando en el Inventario de Bienes Culturales de Andalucía. Con eso y todo, no se le dedica una atención específica, siendo de aplicación la que se considere en el Plan General de Ordenación Urbana.

Es una puerta de acceso directo, o sea, recto, característica de la arquitectura meriní, defendida por dos torres de flanqueo anejas. La del suroeste dispone de dos saeteras, que son esas aberturas pequeñas y estrechas por su lado exterior.

División de la bóveda con un arco central. En primer término, la bóveda de espejo; en segundo, la bóveda de cañón con su hueco.
División de la bóveda con un arco central. En primer término, la bóveda de espejo; en segundo, la bóveda de cañón con su hueco.

Tiene un corto pasillo cubierto dividido en dos cuerpos edificados en diferentes etapas, como claramente se deja ver. El más antiguo es el interior, comprendido entre dos arcos de ladrillos en forma de herradura ligeramente apuntada. Su techumbre rectangular forma una singular bóveda esquifada o de espejo. Es obra de arquitectura manifiestamente andalusí.

La otra sección constructiva, la que da al exterior de la puerta, se considera ya de época cristiana. Con ella queda anulado el espacio libre original entre las dos torres de flanqueo. Aquí se emplean sillares para un arco ojival que denota goticismo y sostiene la bóveda de cañón a base de ladrillos. En el centro de esta bóveda localizamos un hueco o buhera que supuestamente serviría para bajar y subir un rastrillo.

Las esquinas que miran al exterior se protegen contra golpes y roces por sendos guardacantones de fragmentos de columnas posiblemente romanas. Y la fachada estuvo en tiempos recubierta con una densa yedra, hasta que en 1993 fue retirada.

Entre los años 1996 y 2000 se realizó una restauración y detallado estudio del conjunto en dos fases, dedicándose la primera al saneamiento de la piedra y la segunda a la modificación y mejora del entorno. Fueron retiradas las palmeras y otros elementos que le perjudicaban de alguna forma. La hornacina lateral se ocupó entonces con una pintura sobre madera del afamado artista local Guillermo Pérez Villalta: el denominado Cristo de los Vientos, que se representa sumergido desnudo hasta las caderas en las aguas del Estrecho. Dos alas laterales en la parte superior simbolizan los vientos de Levante y de Poniente. El indiscutible valor artístico de esta rompedora obra pictórica no quita que cause una extraña sensación de alergia en la legendaria construcción que la cobija.

'El Cristo de los Vientos', obra de Guillermo Pérez Villalta, en la Puerta de Jerez.
'El Cristo de los Vientos', obra de Guillermo Pérez Villalta, en la Puerta de Jerez.

Al término de 1929 o comienzos de 1930 se colocó encima del arco externo el sobredimensionado mural de azulejos sevillanos. El alcalde Carlos Núñez hizo el encargo a la fábrica de cerámicas y azulejos Mensaque y Vera de Sevilla. Conforma un rectángulo de 240 cm de largo por 83 cm de ancho, con grandes letras en esmalte azul sobre fondo amarillo. Se remata con el escudo y el lema Estote fortes in bello y la corona del marquesado de Tarifa. Ocupa el espacio donde antes se veía una lápida con la inscripción “M N M L Y H CIUDAD DE TARIFA”, especie de jeroglífico incomprensible para muchos. La nueva placa contiene la leyenda de aquellas iniciales con todas sus letras, añadiendo ahora una alusión a la conquista cristiana de la plaza, resultando: “Muy Noble Muy Leal y Heroica Ciudad de Tarifa ganada a los moros reinando Sancho IV el Bravo en 21 de septiembre de 1292”.

No hace falta insistir en que la puerta de Jerez es una de las imágenes más reconocibles de Tarifa, y quizás el monumento más fotografiado. Este escenario de leyenda adquiere particular esplendor en las fiestas patronales con el paso de la Virgen de la Luz al anochecer del primer domingo de septiembre, emocionando, y no poco, a los presentes.

Tan icónico componente del patrimonio histórico luciría aún mejor sin objetos o motivos que lo puedan tapar, afear o sencillamente restarle protagonismo, como carteles, árboles, aparcamiento de bicicletas, etc.

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