La hurraca feliz

Cuentos de estío: animales felices

Ilustración de 'La hurraca feliz'
Ilustración de 'La hurraca feliz' / ChatGPT

He visto el fusilazo en el cielo; ha resonado eléctrico, restallante como un látigo y, al cabo de un momento, un trueno bronco y cerrado... he mirado la jaula vacía y me he acordado de ti, Bernarda.

Qué tristeza hay en el patio cuando tu tristeza cautiva no asuena debajo de los dos olmos reventones. No oigo tu imitación de la cerradura, “clan” metálico que confundía, tampoco tu llamada impostada al perro: todo el día “¡Zappa!”, decías emulando la voz de mi hijo mayor, Bernarda, y ahora tu silencio hace pleno al aire vacío de la tarde que nos circunda.

No estás, hurraca prisionera, incapaz de ser libre: criada en manos de chiquillos, jaulón grande y saltos iguales, recurrentes, insanos, voracidad del tedio: comer, comer, clan, Zappa, salto, comer, Zappa, silbido y esa mala leche atacando al rejerío que te aherrojaba.

La tarde oscura, el relámpago que lo ha encendido todo, el agua que comienza a caer, tu corpanchón discreto mojándose en mitad del pinar dando tanto, haciendo crecer al mundo...

stats