El horizonte económico sigue cubriéndose de nubes negras como consecuencia de la guerra de Ucrania y de las incertidumbres creadas por la crisis de precios de la energía y de los alimentos. Según el informe hecho público ayer por Analistas Económicos de Andalucía, servicio de estudios de Unicaja Banco y una de las referencias sobre la economía regional, el PIB andaluz crecerá este año un 4,2%, frente al 5,5% que se había evaluado en enero y habrá una subida del empleo del 1,5% frente al 2,4% estimado con anterioridad. Ello implica que no habrá un crecimiento andaluz claramente superior a la media nacional. No obstante, los economistas de Unicaja Banco subrayan que las incertidumbres son muy elevadas, especialmente en lo que respecta a la evolución que pueda tener en los próximos meses el conflicto bélico y los cuellos de botella en las cadenas internacionales de suministros, sin olvidar que los efectos de la pandemia son todavía muy visibles. El panorama se complica en Andalucía a pesar de que se prevé un verano muy bueno en llegada de turistas y que este sector actúa como tractor de nuestro empleo y de nuestra estructura productiva. Por eso llama la atención la escasa profundidad que está teniendo el debate económico en la campaña de las elecciones del 19 de junio. Más allá de algunas declaraciones de Juanma Moreno o de Juan Marín sacando pecho porque en algún trimestre se ha crecido por encima del dato nacional, por la evolución del mercado laboral o porque se ha registrado un aumento de los trabajadores autónomos, se habla poco de economía. Se echan en falta ideas y planteamientos sobre cómo va a afrontar Andalucía los tiempos difíciles que van a condicionar los próximos años o cómo se va a subir la región al carro de los sectores emergentes y de las grandes inversiones. Queda mucho por hacer y cuanto antes se empiece, mejor.