Al sur del sur

Javier Chaparro

jchaparro@grupojoly.com

Los indecisos, el centro y la desmovilización

"El centro representa un punto de encuentro, de convergencia de personas sin militancia activa"

El pronóstico es que los del día 28 serán unos de los comicios más disputados desde la Transición debido a la dispersión del voto entre cinco formaciones. PSOE, PP, Cs, Unidas Podemos y Vox -no necesariamente en este orden- están en la pelea por entrar en el Gobierno, según la macroencuesta del CIS. Oferta y demanda, sin embargo, no van acompasadas porque la primera, pese a ser abundante, no acaba de ser convincente: el 40% de los encuestados no han decidido a estas alturas si acudirán a votar o, de hacerlo, por qué formación se decidirán finalmente. Las opciones presentes van desde un extremo a otro del arco ideológico, aunque ninguna de ellas ofrece un discurso acorde a lo que entendemos por el espacio político de centro, ese gran invento de Adolfo Suárez en la Transición, que después y durante cuatro legislaturas hizo suyo Felipe González.

El centro político es una entelequia que cada cual adecúa a su conveniencia, un posicionamiento que más que tibieza indica temor a cualquier enconamiento. Bien considerado, el centro representa un punto de encuentro, un lugar de convergencia de las personas sin militancia activa, que huyen mayoritariamente de ser encuadradas bajo una adscripción política concreta. No quiere decir que no sean conscientes de lo que sucede en su entorno o que no les preocupen los problemas comunes a todos, sencillamente no esperan encontrar propuestas ni soluciones en quienes convierten la rojigualda en su programa electoral ni en quienes huyen de ella y utilizan la palabra Estado para aludir a España, como si pronunciar esas tres sílabas juntas (Es-pa-ña) y de corrido les provocase sarpullido.

El discurso de la crispación tiene un doble efecto contradictorio: moviliza a los más fieles amarrando su voto, pero espanta a los más moderados, a los millones de centristas que esperan escuchar algo más que proclamas hueras, críticas descarnadas y falsas acusaciones. De momento, los partidos parecen haber renunciado a reivindicar ese espacio. ¿Tiene color político la reducción de las listas de espera en la sanidad? ¿Acaso es patrimonio de la izquierda o la derecha luchar contra el desempleo y la corrupción? ¿Lo es la protección del entorno natural o la educación? Quien logre recordar alguna propuesta lanzada estos días al respecto merece un premio.

La posición de centro está siendo prácticamente ignorada. Puede ser torpeza o una táctica premeditada, tal cual hicieron Trump, Salvini o los partidarios del Brexit para desmovilizar al electorado de sus rivales y despertar los instintos primarios de quienes sí confiaron en ellos. El debate a cinco será revelador.

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