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Cuando el enamorado hizo público que se tomaría cinco días de reflexión se abrieron dos grandes conjeturas. Según unos, iba a dimitir porque se le avecinaba un futuro judicial preñado de negros presagios; según otros, quería desatar una ola de adhesiones inquebrantables para impulsar un nuevo proyecto político. Los analistas dudaban entre la hipótesis de una protección preventiva y la de una estrategia para ganar impulso. Por mi parte, me atreví a opinar que no dimitiría a causa de la admisión a trámite de la denuncia contra su amada por sospechas de tráfico influencias. Me basaba en cuatro pistas: los especialistas en comunicación no verbal decían que el atribulado rostro del enamorado era intencionado (quería resaltar voluntariamente que se sentía abrumado); los juristas decían que era muy improbable que la denuncia prosperase, (era un tipo de delito muy difícil de probar); él decía que no le tenía ningún apego al cargo, pero era el presidente más apegado al cargo de todos ellos (incluso se inventó una amnistía impecable para seguir detentándolo), yo mismo me decía que resultaba difícil creer lo que ahora dijese el mismo que antes había cambiado de opinión tantas veces en temas cruciales (de Puigdemont a la amnistía)…. O bien no dimitiría, o bien, si dimitía, sería por algún motivo inconfesable. Cuando Tezanos anunció que iba a realizar una encuesta urgente sobre el enamorado, supe que no dimitiría. Porque no habría ninguna encuesta sin su permiso, de lo cual se deducía que posiblemente también estaban en el ajo algunos otros de sus colaboradores. Su función sería hacernos creer que, muy sensible, era probable que dejase el poder, aunque su verdadera idea era seguir. Dado el apoyo masivo que dice que le han regalado, ni siquiera ha considerado necesaria una moción de confianza.
Ahora, cuando todo se ha desvelado, solo queda imaginar el proyecto al que aspira. Y nos ha dejado varias pistas al respecto. En primer lugar, el hecho de que haya informado al rey al comienzo y al final de la pausa indica que no se trata de un proyecto republicano, que requeriría modificar la Constitución. Esa cortesía con el Rey, cuando días antes lo había acompañado con las manos en los bolsillos, iba encaminada a trasmitir una sensación de institucionalidad. Va a regenerarnos, pero despertando la menor alarma posible.
El dato de que exaltase el aspecto emocional de la política indicaba que su proyecto era de tipo populista. Es costumbre de los populistas priorizar lo emotivo sobre lo racional. Se nos dice que el enamorado ha mostrado su lado más humano. ¿Y la amada? Servirá para darle un toque feminista. Sin llegar al grado de la película Franco, ese hombre, al populismo le gusta lo humano. Bastante menos, dar explicaciones.
En esa línea, el enamorado no compareció ante la prensa en ningún momento, lo que evitó que le hiciesen preguntas no programadas. Hecha la luz, impuso una entrevista en TVE1, que el locutor le agradeció en nombre de los 6.000 trabajadores de la casa. Y luego se fue a la SER. Todo controlado, pues.
Otro dato de interés es que el enamorado tampoco consultó con ningún miembro de su partido. “¡Los órganos de tu partido son tus santos cojones!”. En una delicada discusión, eso le gritó Alonso Puerta, fundador del Pasoc, a Isabelo Herreros, de Izquierda Republicana. Ahora el ministro Puente se ha mostrado más lacónico: “¡Es el puto amo!”. Eso ya se veía venir desde que el enamorado le restó importancia a los órganos colegiados cuando ganó las primarias al aparato de su partido. Su proyecto cuenta con el PSOE, pero solo como uno de los instrumentos a su servicio.
Finalmente, el enamorado no se dirigió al Congreso de los Diputados, sino directamente a los ciudadanos al principio y al final. No estamos, pues, ante un proyecto de democracia representativa, sino de populismo personalista. De hecho, nos ha llamado a todos a colaborar en su proyecto. Por cierto, necesariamente pluripartidista. Aspira el enamorado a consolidar el bloque de investidura con objeto de finalizar la legislatura e incluso hacerse reelegir. Sabe que al PSOE ya no le bastará con el apoyo de Sumar, sino que necesitará a Bildu, PNV, IRC y JpC. Y en ello está. En 1972, el general Perón declaró que en Argentina había liberales, conservadores y socialistas, pero todos ellos eran peronistas. Eso mismo quiere el enamorado: que haya socialistas, comunistas y separatistas, pero que todos sean sanchistas. Unos por convicción y otros por conveniencia, pero todos sanchistas. Aun deficiente desde el punto de vista democrático, esa estrategia está resultando bastante eficaz. El enamorado quiera capitanear un movimiento populista tan heterogéneo que, en comparación, el Frente Amplio de la izquierda se quedará estrecho. Como la oposición no acierte, el enamorado va a regenerar la democracia hasta hacerla irreconocible.
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