Lo tenemos difícil

La democracia está debilitada por el efecto de la desinformación

En las sociedades en las que es posible disponer de una información razonablemente libre -la libertad reina en el horizonte lejano de las utopías-, la desinformación es mayor de lo que suponemos. Cuando la ignorancia es cuestión de Estado, como ocurre donde rige el pensamiento único, teocrático y demás, la gente vive en una inconsciencia crónica a la que se habitúa y en la que, por lo general, se encuentra cómodamente instalada.

Si el dogma dictado por el autócrata de turno y sus mandarines o por la oligarquía dominante, es la fuente de conocimiento; puestos a pensar en algo, hay que circunscribirse a los límites definidos por la axiomática del poder. Lo peor es que de no ser constitutivo del propio sistema, ese proceder subyace como tendencia en la fracción oscura de la naturaleza humana. El gran hispanista norteamericano de raíz griega, Edward F. Malefakis, uno de los más importantes especialistas en la historia contemporánea de Europa y, concretamente, en los fascimos europeos, dejó escrito que "vivir bajo alguna forma de autoritarismo ha sido condición habitual del género humano durante la mayor parte de su historia".

Con Malefakis coincidimos pues al decir que la práctica totalidad de la historia puede llegar a ser anatema acordado por los cánones fijados por el poder político en España. La historia tiene aquí, etapas en las que no cabe el relato; es el poder quien determina sobre qué se puede opinar y nada cabe al respecto so pena de incurrir en delito. Se abunda así en la ignorancia, dado que el pasado inmediato es parte causal del presente. La democracia no elimina el instinto, pero debe controlarlo para sobrevivir y no debe reconocer freno sino ante el respeto debido a la individualidad; jamás debiera ser incompatible con la verdad y la realidad de los acontecimientos históricos.

En las sociedades que adjetivamos libres, la desinformación se debe a la actitud de sus actores. La mayor parte de ellos se sitúan en la indiferencia, en el no sabe o en el no se contesta porque no se sabe y, sin embargo, es la mayoría la que decide. Demasiados inconvenientes para derrotar a la mentira, a la mediocridad, al narcisismo enfermizo y al sinsentido de Estado que sostiene a la oligarquía que hoy gobierna a España. La poderosa herramienta que es la democracia aplicada y ejercida, está terriblemente debilitada por el mortífero efecto que la desinformación causa en la consciencia de los electores

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