La preciosa canción de Violeta Parra, que nos lleva a desear ese pasado en el que el amor triunfa y nos ata a la juventud, como una hiedra a los muros, me viene a la memoria estos días en los que, no quizá volver a la edad biológica, pero tal vez sí exista un riesgo evidente de retroceder a aquella edad política y social. Y es que ese retorno, a mí me lleva a 1975. Fue un año increíble. Cursé COU, aprobé la primera experiencia española de Selectividad y entré en la Universidad. Y al poco de pisar sus aulas, murió Franco y tuvimos una inolvidable fiesta en la cafetería de la facultad, bebiendo las botellas de un cava perruno que el dueño del bar había ido guardando para cuando llegara el momento. Ya saben que se hizo esperar, así que le dio tiempo a llenar las neveras y allí corrió el espumoso con generosidad por nuestras juveniles gargantas.

Sin embargo, ante la incertidumbre que se abre para este país, con la posibilidad de que la extrema derecha entre en el gobierno de la mano del PP, recuperar esa idílica edad, significaría vivir en una sociedad en la que el patriarcado campe por sus fueros y se niegue ese genocidio permanente que es la violencia machista. Sabemos que los postulados feministas, tras más de un siglo de lucha, han calado incluso entre las filas conservadoras, pero no ha sido así entre las posiciones ultras, para agravio de las víctimas y vergüenza de toda la población. Pero, con ser terrible, no es lo único que corre peligro. Los derechos de las personas en relación a su libertad sexual, los modelos diversos de familias, el respeto a las personas inmigrantes, la lucha contra el cambio climático, la ley de Memoria Histórica, el acceso al aborto, la garantía de poder elegir la eutanasia, el estado de las autonomías y el valor de las lenguas cooficiales… Y, por contra, grave deterioro de todo lo público, imponer el pin parental, apoyar la enseñanza segregada por sexos, el fomento de la caza y la tauromaquia, levantar muros en Ceuta y Melilla, negación de la sanidad para los inmigrantes… ¡incluso se atreven a defender la supresión del espacio Schengen!

Así que, no quiero volver a ese país. Librarme de todos los achaques de la edad no me compensa con rescatar al nacional catolicismo de la dictadura. Quizá sea que los votantes de estos partidos –tanto si los votan directa, o si lo hacen indirectamente– añoran esos tiempos en los que vivimos de espaldas al mundo y a sus avances. De ahí que me acuerde de esa otra canción…Yo pisaré las calles nuevamente… Porque no queda otra, hay que seguir peleando, hasta por aquello que está demostrado por la evidencia y la ciencia. Así somos los sapiens, hábiles con las manos, pero duros de mollera.

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