En estas fechas todos estamos a la espera de las vacaciones, ¿todos? En realidad, es un tema recurrente, es como si identificáramos el verano con el tiempo de asueto. Los últimos estudios señalan que uno de cada tres españoles no puede ir de vacaciones por el aumento de los precios. Es un titular engañoso. Identifica vacaciones con grandes gastos, vuelos internacionales, hoteles de pulseritas, tumbona al sol delante de una piscina abarrotada y con unos monitores para que te cuiden los niños. Seguramente esos niños se educarían mejor montando la tienda de campaña en el salón de casa y preparándose los bocadillos a su gusto.

El término de vacaciones tiene un significado diferente según nuestra situación laboral. La jubilación convierte la semana en seis sábados y un domingo, no trabajan, pero tampoco están de vacaciones. ¿Y para una persona que se encuentre en paro? Aunque se esté cobrando una prestación económica, este receso laboral no es un periodo vacacional. Los estudiantes y opositores también necesitan cambiar de dinámica, precisan de tiempo libre. En nuestra comarca, aunque se esté trabajando se puede disfrutar de buenos días de playa, charlas con los amigos, barbacoas con la familia, lecturas al aire libre. En verano los días son más largos y hay tiempo para todo.

Para mí, las auténticas vacaciones son para el que está realizando un trabajo y tiene esos días libres, pagados laboralmente, pero sin ejercer su oficio. La razón en la que me baso es porque trabajo y vacaciones están íntimamente unidos y se retroalimentan.

No puedo encuadrar el trabajo como una condena bíblica, un deber social, o una obligación económica, sino como una elección personal en la que te realizas y con la que disfrutas, aunque existan momentos de cansancio e incluso estés agotado y por ello necesitas de las “vacaciones”.

En esta fecha con mis compañeros hablamos de las cercanas vacaciones. El alumnado de bachillerato se cuestiona su futuro profesional demasiado unido en muchas ocasiones a una nota o a unas plazas. Como soy uno de sus maestros viejos, que les di clase en su lejana primaria, me preguntan por las posibles salidas laborales. Siempre les indico que, ante una posible duda, entre razón y corazón, elijan con el corazón, que jamás pongan en valor la posibilidad de llenar su futura cartera. De esta forma disfrutarán de las vacaciones y de sus días laborales.

Mis hijos tienen la suerte de trabajar, y realizan sus funciones laborales en lo que les gusta y han elegido. Joserra ha disfrutado de su trabajo, de su centro y de su alumnado.

Quien ha trabajado a gusto disfrutará más de sus vacaciones, pero tampoco temerá la vuelta a la rutina laboral.

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