Cuchillo sin filo

Francisco Correal

fcorreal@diariodesevilla.es

Persecución

Meten en el mismo saco de las noticias al obispo acusado de pederastia y al misionero asesinado en Burkina Faso

Los perseguidos por la fe ocupan una de las Bienaventuranzas. Hay muchas maneras de perseguir a los católicos. En España, hablar de Iglesia perseguida puede suscitar indiferencia, risas de incredulidad o simple desprecio intelectual. "La persecución o discriminación de los católicos no es un rasgo de intolerancia en Occidente. Desde la Ilustración es más bien un síntoma de modernización", escribe María Elvira Roca Barea en Imperiofobia y leyenda negra no sin antes considerarse "católica muy de refilón".

En El holocausto español, Paul Preston cuenta que Antonio Machado, de cuya muerte se cumple esta semana noventa años, fue arrestado al estallar la Guerra Civil en una cafetería del barrio madrileño de Chamberí porque un miliciano lo confundió con un cura. Algo parecido le ocurrió a Juan Ramón Jiménez. Hay países donde ser católico entraña un alto riesgo. No es el caso de España, donde la persecución es mucho más sutil. También más maniquea. En los informativos de Televisión Española deben tener a todo un experto en lavado de conciencias y manipulación.

La primera vez no le di demasiada importancia. En casa los dos somos periodistas (y creyentes) y hemos aprendido a leer entre líneas. En el mismo sumario del Telediario, después de unas declaraciones en las que Felipe González consideraba que la Iglesia era el único organismo legitimado para repartir la ayuda humanitaria en Venezuela, en el sumario se informaba de que la ministra de Justicia, Dolores Delgado, iba a impulsar las investigaciones sobre la pederastia en el seno de la Iglesia por su "alarma social". No se podía ir de rositas el prestigio de la Iglesia en Venezuela sin contrarrestar esa reputación.

En la segunda ocasión, la manipulación rayaba la vileza y la estulticia. Ocupaba un lugar destacado la expulsión del sacerdocio de Theodore McCarrick, arzobispo emérito de Washington, acusado de abusos a menores. La relevancia informativa era indiscutible, lo que no es de recibo es que la siguiente información, como formando parte del mismo apartado, fuera la noticia del asesinato por yihadistas del salesiano cordobés Antonio César Fernández, destinado desde hace casi cuarenta años en Burkina Faso. Un mártir metido en el mismo saco que un diablo con sotana.

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