Cuchillo sin filo

Francisco Correal

fcorreal@diariodesevilla.es

Amaral lo ha bordadoPerder es cuestión de método

Otra transgresión de plástico fino. Heteropatriarcalmente operadas; que la foto quede ‘apañá’

En la Era Predigital, no éramos pocos los niños que leíamos el periódico, o más bien lo ojeábamos y hojeábamos sentados en algún trono, o interfiriendo en el crucigrama de la madre (qué muestra de amor la de dejar que un enteradillo te diga una palabra en un pasatiempo). Ese prodigio no se obraba tanto por un mayor nivel cultural que el de ahora, aunque llegado el medio camino de la vida nos volvemos idealistas de nuestra infancia, como con la mili. En las horas lentas del infinito verano, nos topábamos con asombrosas noticias de lugares remotos. El pavor me lo causaban las anacondas que se tragaban niños, para echarse a dormir, hinchadas y como muertas, en una selva del Amazonas; pobres bebés nacidos con cola de iguana por el Pacífico Sur. Y ovnis. Y el monstruo del Lago Ness, ese era un fijo. No pocas veces, esos sucesos tan falsos como unos brasli marca Clavin Kline iban acompañados de material gráfico que, o bien potenciaba tu estupor, o bien te hacía musitar, aún dolido y para tus adentros: “esto es como lo de los Reyes Magos”. Eran las serpientes de verano.

El otro día tuvimos una serpiente de verano, ya en un contexto 2.0, Web3 o más allá. Iba vestida con piel morbosa y colmillo de causa. Esto es: con capacidad de generar controversia. El feminismo de fortalezas de Juego de Tronos da juego y tráfico: entramos al trapo al galope, todos alineados/as, y algo enardecidos/as (duplico el plural con perfidia). Me refiero a las tetas –decir senos da como apuro– de la cantante Amaral en Aranda del Duero, y no en una ribera dejándose querer por el sol con un clarete fresco, sino en un concierto. Que enseñe cada cual de su tren superior lo que quiera en una playa o en un show: hay pandillas de mujeres jugando al bingo en una cala popular entre las cuales algunas se desvisten el torso, ¿quién puede, sin ser un marciano o un salido hecho inquisidor, objetar algo a eso? Pero evítennos la matraca de reclamación de género, y la valentía y denuncia y no digamos de revolución: en lo de Amaral, eso se lo cuenta usted a otro. Ella hace marketing, product placement, como las sandalias Birkenstock de Barbie; otra transgresión de plástico fino. Se lo robo a Jackie R.: “Heteropatriarcalmente operadas, oiga. Que la foto quede apañá”. Cuánto alcanfor el de quienes están deseando cabrearse o hacer manifa en red, con la excusa de Amaral o con la que sea. En fin, es pecadillo venial dejarse dar gato del chino por liebre de échame a mí galgos. (Por supuesto, al que le parezca amoral lo de Amaral, un bono de psicoterapia ya).

SIEMPRE he pensado que los autobuses urbanos constituyen un manual de ética y civismo, además de la mejor manera de conocer los intestinos de una ciudad. Una chica me quería ceder el asiento. Debió intuir que ya tengo una edad que me permite en días como hoy ir al cine por dos euros. Dijo que lo hacía por educación y respeto, las nuevas marías de la enseñanza. Negra como el azabache, en el tramo que va de la Barqueta a la estación de autobuses de Plaza de Armas le dio tiempo a contarme que se llamaba Jeanette, que era colombiana de Cartagena de Indias y que venía de un país “hermoso y difícil”.

Hay una vecindad geográfica y otra espiritual o simbólica. En este sentido, considero mis vecinos a Colombia e Irlanda: países cerveceros, futboleros, amantes de la buena literatura, aficionados a complicarnos la vida entre nosotros en largas contiendas que están en los libros de historia. Y seguidores del ciclismo. En Irlanda y Colombia seguro que saben quién fue Federico Martín Bahamontes.

Bajé del autobús y repasé las muchas horas de mi vida que he dedicado a los autores colombianos: García Márquez, Álvaro Mutis (Empresas y tribulaciones de Maqroll el Gaviero es un pozo sin fondo), El olvido que seremos, de Héctor Abad Faciolince, o Santiago Gamboa, autor de una novela estupenda titulada Perder es cuestión de método.

Jeanette está ahora más cerca de Cartago y Cartagena de Indias que de su Cartagena de Indias (y de Negras) natal. Su definición de Colombia es como una plantilla para retratar a nuestro país. España, país hermoso y difícil. En puertas de meterse en uno de esos Rocambole que siempre le prepara el destino. Es evidente que hemos subestimado la capacidad de resistencia de Pedro Sánchez, como lo es que hemos sobreestimado a sus electores. Porque todos los que le votaron sabían lo que iba a hacer con su voto. Perder es cuestión de método y ganar perdiendo tiene que ser la más preciada de las albricias. Entramos en los días de la turbina. Hoy es la festividad de la Virgen, mañana san Elvis Presley (murió dos meses y un día después de las primeras elecciones de la democracia) y el jueves se constituyen las Cortes. El plagiario Pedro Sánchez (todo un honor: en el descacharrante Diccionario de Ricardo Álamo encabeza una legión alfabética en la que están Alejandro Sawa, Walter Scott, Lucio Anneo Séneca, Shakespeare y Stendhal) ha decidido ahora copiarse a sí mismo. Porque Pedros Sánchez hay muchos (deben ser unos cien mil, como los hijos de san Luis) pero Él es único. Y con tantos como hay, como diría Jerónimo Stilton, nos ha tenido que tocar éste. Hermoso y difícil país, Macondo de la Alcarria.

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