Moción y confusión

En el curso de la moción de censura se percibe la ceremonia de la confusión que está teniendo lugar

Si la democracia estuviera consolidada en España y los españoles que se autodefinen demócratas lo fueran, una buena parte de los problemas que se perciben en la superficie de los conflictos ni siquiera existirían. Los matemáticos sabemos que el centro no tiene dimensión y que si bien puede asignársele la dimensión cero es porque es asimilable al vacío. El centro es, simplemente, una referencia, un origen; nada más. Desde ahí podemos construir el espectro político, a derecha e izquierda, según un convenio que tiene su origen en la ubicación de los sujetos que formaban parte de la Asamblea, allá en los años 1789 y 1790, cuando en Francia se montaba una revolución sangrienta que resultó ser el principio de un nuevo tempo para la política. Hacia atrás se hablaría, en lo sucesivo, del Antiguo Régimen, significando lo viejo y el pasado.

Después vino el liberalismo de las Cortes de Cádiz y la promulgación de la celebrada Constitución de 1812. No son sinónimos los conceptos liberalismo y constitucionalismo, pero están profunda e íntimamente asociados. Se oponen a cualquier forma de absolutismo, bien sea a través del dictado de un monarca o de un ciudadano de a pie o motorizado, bien lo sea desde una oligarquía establecida o por el proletariado, hablando en términos marxistas. Comunismo, fascismo, nazismo y cosas así se agrupan en torno al pensamiento único y suponen la eliminación del individuo previa anulación de su dignidad como persona. Este agrupamiento estructura "lo otro", lo que está enfrente por oposición a la democracia; cualidades ligadas a la libertad del individuo y al respeto a su dignidad, esenciales para la democracia, quedarían descartadas.

Viviendo el curso de la moción de censura, se percibe la ceremonia de la confusión que está teniendo lugar. El grupo dominante (establishment) está fusionado con y sustentado en consorcios antisistema, con subgrupos ligados a acciones terroristas o, en unos y otros casos, dispuestos a la ruptura del Estado: con la historia y con las leyes. Frente a él, un partido que presenta la moción, que lo tiene claro y sabe dónde está, pero que se encuentra con que sus afines están bloqueados por la indefinición sobre sí mismos y lastrados por la búsqueda desesperada de un lugar de ubicación en su flanco. Tal vez estos sufran de ese complejo que arrastramos los de mi generación, confundidos por el temor a que nos confundan.

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