El pasado lunes empezó en Londres la décima ronda negociadora entre la Unión Europea y el Reino Unido en relación con el estatuto europeo de Gibraltar después del Brexit. Todo parece indicar que estamos en la fase definitiva y crucial, tanto si es para alcanzar un acuerdo que conduzca a un futuro tratado o bien para constatar la imposibilidad de cerrar el pacto. Efectivamente, la situación actual no es sostenible mucho tiempo en cuanto que desde la salida de Gibraltar no se está aplicando la normativa europea de control de fronteras en una situación aceptable solo de forma provisional, temporalmente limitada pero imposible de mantener indefinidamente. Este diario, en un sólido y bien argumentado trabajo de su director Javier Chaparro el pasado domingo, identificó acertadamente los cinco puntos clave donde actualmente se presentan discrepancias entre las partes: la igualación de las pensiones y derechos de los trabajadores españoles con los gibraltareños; la transposición y cumplimiento de la normativa medioambiental europea a Gibraltar, especialmente en lo relativo a la depuración de aguas residuales, ámbito en el que existe y es necesario recordar una sentencia firme del Tribunal de Justicia de la UE sin cumplir; la armonización fiscal de los territorios para que existan condiciones de competitividad equitativas; el sistema de control de las fronteras exteriores en el supuesto de desmantelamiento de los controles de personas y mercancías con la posible aplicación del acervo Schengen en el territorio de Gibraltar y, finalmente, el uso militar de ciertas instalaciones en el puerto y aeropuerto.

No es en absoluto tarea fácil buscar una solución mutuamente aceptable ya que, además de la extraordinaria complejidad jurídica ante situaciones que carecen de referentes (como la desaparición de los controles en la Verja/frontera), se abordan temas enormemente sensibles y delicados como el ejercicio de funciones soberanas por parte de funcionarios españoles (o europeos bajo responsabilidad de España) en el interior de territorio gibraltareño.

A pesar de ser una competencia de la UE, España está desarrollando un papel activo en el impulso de estas negociaciones y en este sentido presentó una propuesta global junto a la Comisión en la novena ronda de negociaciones, calificada como la "más generosa posible". La pelota está en el tejado británico que tendrá que definir qué es lo que quiere para Gibraltar, o bien, un espacio de cooperación y desarrollo integrado con el territorio europeo vecino sin controles de personas o mercancías o bien, un territorio estratégico en la planificación de la defensa británica y estadounidense sin ningún tipo de control europeo en el acceso de personal, naves y aeronaves militares.

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