Todavía no han terminado los fastos y el tirar de tarjeta, aún no llegaron los Reyes Magos y cuando continúa la ciudad cuajada de luminarias que lustran las fiestas, resulta que ya asoma la cuesta. La temida y temible cuesta de enero ya está aquí y con ella, como adobo que la hace más inquietante aún, el anuncio de subidas tan trascendentes como la de la luz y la de gasolina, casi nada al aparato. El precio de ambos conlleva tantos daños colaterales que vamos a ver cómo superamos ese Everest llamado enero, el mes en que nos estalla en la cara el fantasma de la realidad. No hay peor fantasma que ese que hace que la noche sea una interminable duermevela para convertir en insolubles problemas que de día no nos lo parecen. Esta carrera consumista y luminosa no acabó aún, pero a la vuelta de esa esquina que forman domingo y lunes inminentes ya asoma la cuesta, cuidado.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios