Cultura

Mas corta una oreja en la novillada de Fuenteymbro de Fallas

  • Los novillos de Ricardo Gallardo ofrecen un gran juego en la tercera de abono

Otra buena novillada, que esta vez sirvió para la reafirmación de un novillero que viene pegando fuerte, el debutante José Manuel Mas, que amarró el triunfo en el cuarto a base de mucha decisión después de haber perdido una oreja más que segura en el novillo anterior, por matar mal. La misma buena condición de la novillada dejó en evidencia a los otros dos jóvenes espadas.

Mas dejó claro desde el principio sus buenas intenciones, lanceando a la verónica con arrebato y exquisitez. La faena de muleta, más acompasada, estuvo llena de detalles. Muy encajada la figura y relajado en la interpretación, toreó con suma limpieza y gusto.

La primera parte de la faena por el lado derecho, especialmente intensa. Mas espaciados los naturales en el epílogo, pero tirando siempre muy bien del novillo, llevándole muy largo. Unos alardes finales muy a modo cuando el novillo empezaba a apagarse, buscando las tablas. Faltó contundencia con la espada para haber cortado una, o quién sabe si las dos orejas.

El quinto fue novillo abantón de salida, muy correoso durante toda la faena, al que Mas sujetó poniéndose muy encima, en actitud atacante. Aquí contó más la voluntad y ganas del torero que otros recursos artísticos, pues parecía la única manera de llegar al triunfo. Al final, tras la estocada, cayó la oreja.

El primer espada, Cayetano García, no tuvo su tarde, lanceando de puro trámite, aunque se quedó muy quieto en los dos trasteos que llevó a cabo. Faena insulsa, larga y anodina al que abrió plaza. En el cuarto más de lo mismo, se pasó otra vez en el tiempo en la afanosa búsqueda de un parón que tampoco terminó de encontrar.

A Tendero le traicionaron también las ganas, que le hicieron precipitarse en los momentos claves de sus dos labores. Toreó bien con el capote a su primero, con el que se templó a ratos en la muleta, pero con notables desigualdades. Lo peor, la espada. En el sexto se amontonó mucho, colocándose demasiado encima y dejándose tropezar en demasía también la muleta.

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