Batallas electorales

Conil, el verano de la multitud

  • Gobernado por IU hace 30 años, la falta de aparcamiento y la saturación estival son los principales problemas de este próspero pueblo

Un pintor ultima los trabajos del gran establecimiento que Petaca abrirá este verano en Conil.

Un pintor ultima los trabajos del gran establecimiento que Petaca abrirá este verano en Conil. / Fito Carreto

Este es el tablón de anuncios en el coqueto mercado de abastos de Conil: Centro Budista Kadampa Lochana, clases semanales de meditación; Abrazando a papá y mamá, claustro materno; cursos yoga hatha y yoga yin; taller de hulla hoop; vacaciones pintando, deseando conocerte...

El centro de Conil tiene decenas de establecimientos que hablan de su empuje. En 1980 tenía 15.000 habitantes; ahora tiene 23.000. Joyerías, moda infantil, ibicenca, pilates, cafetería ecológica. Todo ello es un indicio de que aquí es posible adquirir cosas superfluas, pequeños lujos. De cara al verano hay pintores y carpinteros en la calle remodelando locales con grandes escaparates. La principal empresa de la localidad, Grupo Petaca, ultima un gran establecimiento en una de las plazas principales con una imagen de uno de sus barcos de almadraba. “Aquí estamos trabajando gente de Chiclana, de Barbate, también de Conil”, me explica uno de los trabajadores dedicado a los materiales de decoración. “En Conil hay trabajo para todos”, resume, aunque veo en el SAE que tiene 2.000 demandantes de empleo.

Conil juega con varias bazas. Ha conseguido hacer marca de sus frutas y sus verduras y su Cooperativa de las Virtudes es una de las más potentes de la vertiente atlántica de Andalucía. Aunque se asocie el atún a Barbate, en Conil hay coquetas tiendas que comercializan los productos del mayor facturador de los almadraberos, el Petaca Chico, que es conileño. Y, por supuesto, el turismo, el pueblo de moda. Ha habido momentos de verano en fines de semana en que la policía local se ha apostado a la entrada del pueblo para decir a los conductores atrapados en las inmensas colas que dieran la vuelta. Ya no había sitio.

Manuel regenta la tasca El Resbalón desde hace 35 años, cuando en Conil vivían 15.000 personas. Sigue siendo una tasca tasca, con decoración marinera de cuando Manuel era marinero y una de las fotos que adornan el bar es él con 13 años y sus hermanos dentro de la primera barquita que se compraron. Manuel tiene 65 años y trabaja desde los 13. Primero faenó en la mar, luego estuvo en la Armada de chófer de los jefazos y, como es sabido, llevándoles los mandaos a casa a las mujeres de los oficiales, y, en un determinado momento, se fijó en la tasca, “que era un resbalón de vinos”, puso una carta, que es la misma que la de ahora, y no quiso saber nada ni del mar ni de la Armada.

El Resbalón resultó estar en la cuesta que te conduce a Los Bateles. Cuando él se hizo con El Resbalón Conil no era nadie en el turismo. “En verano aquí hay cien mil personas, no cabemos. Conil ha mejorado, pero no a la misma velocidad que ha crecido su turismo. No ha ido a ese ritmo. Por ejemplo, no se puede aparcar”.Acaba de sacar Manuel el gran pero que los conileños ponen a la gestión de su alcalde, Juan Manuel Bermúdez, muy querido pero que puede sufrir el desgaste de que su partido, Izquierda Unida, lleve gobernando en la localidad, y con holgura, los últimos 30 años. El aparcamiento. Hay gigantescas bolsas de aparcamiento, en cada solar hay un parking. Pero en los momentos de saturación Conil no puede con su éxito.

Bermúdez, un izquierdista con grandes ideas sobre la lucha contra la desigualdad, pasa la mayor parte de su tiempo tratando de ordenar la avalancha. Ha prohibido circulación de furgonetas por las zonas de aparcamiento o multa por beber en la calle con 300 euros para detener los otrora famosos botellones.

Pero todo esto ocurre en verano. Manolo va de número diez por el nuevo equipo que la trabajadora social Carmen Sánchez ha tenido que montar después de que el PSOE local implosionara con la dimisión de cinco de sus seis concejales porque en el PSOE provincial no les hacían ni caso. Carmen Sánchez, por su trabajo, es muy conocida en el pueblo y esa es su baza. Su no baza es que una parte de ese equipo es de una inexperiencia tan cándida como la del joven Manolo, de veinte años recién estrenados calculo, con el que hablo junto a la pescadería del mercado. Reparte propaganda electoral que lleva en un carrito y le entrega un folleto a un vecino con un sombrero con la bandera española: “Todo esto está muy bien pero aquí hace falta que venga alguien con dos cojones”. Se encoge de hombros Manolo: “El alcalde es muy potente, pero si se quiere cambio eso lo dirán los ciudadanos el domingo”. La declaración inocua ya le abre una prometedora carrera política.

Asegura Manolo que “fuera del verano Conil está muerto. La gente joven se va a Chiclana. Y de los 23.000 habitantes, aquí hay 18.000 jóvenes”. Posiblemente es una exageración, pero es cierto que la pirámide poblacional no muestra el envejecimiento de otras localidades. Pero también es curioso lo que dice porque los jóvenes de Chiclana suelen decir que Chiclana está muerto. Y los de El Puerto y los de casi todas partes. Pero Manolo insiste: “Aquí no hay nada, no se da alternativa a los chicos de doce a dieciocho años. No hay nada que puedan hacer”. Se ve que es su área.

En el mercado están contentos con el alcalde y, de hecho, a la espera de los turistas, está para que se le pase revista. Todo perfecto, limpio: pero... Siempre hay un pero. “No hay parkings públicos y nos han puesto uno que cierra cuando cierra el mercado”.

Veo aparcamientos libres en las zonas azules o en el macroaparcamiento de Los Bateles, una playa en la que ya se nota movimiento. Se siente cercana la marabunta. “Ahora vienen más tarde, pero no se van hasta octubre”, dicen en El Resbalón. Manuel, todo experiencia, lo explica. Es el cambio climático. “Ya no hay primavera, ahora sólo hay verano e invierno. Y este año ni siquiera invierno”. Y Conil es puro verano.

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