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Los libios alucinan con el lujo de las villas del clan Gadafi

  • Las mansiones de los hijos del dictador descubren tesoros inauditos en un país de pobres.

En las numerosas villas del clan Gadafi,  los saqueadores encuentran estos días pruebas de lo que siempre  sospecharon: que los hijos de Muamar el Gadafi vivían con todos los  lujos posibles, cada uno de ellos como un pequeño déspota en su propio reino. 

Las ventanas blindadas desde las que Al Saadi Gadafi podía ver el  mar Mediterráneo desde su escritorio están astilladas. Y la alfombra  en la casa de fin de semana de uno de los hijos del líder libio está  salpicada de cristales y restos de porcelana. 

"Saludos de los revolucionarios de Misrata", ha escrito alguien en  negro en una de las paredes. En la habitación se pueden ver todavía  las cajas de calzoncillos de diseño dispersadas por todas partes. 

Los saqueadores de los barrios aledaños que entraron a la villa en  los últimos días se han llevado todo lo que pudieron. Detrás de la  casa se ven jaulas de perros vacías y un bloque con cuatro celdas de  baldosas azules. El retrete consiste en un simple agujero en el suelo. 

"Aquí encerraba de vez en cuando a ciudadanos normales o también a  gente de sus fuerzas de vigilancia cuando hacían algo que le  molestaba", explica uno de los rebeldes que ahora  custodian la casa. 

Entre las celdas y las jaulas hay una rotonda de suelo de  adoquines rodeada de cañas de bambú. En el suelo se ve también una  lata de desodorante para perro. "A veces Al Saadi encerraba a alguien ahí junto con los perros. Miraba cómo lo mordían y se reía", sigue el  opositor. "La gente del barrio nos lo contó cuando vinimos", señala el rebelde para explicar su amplio conocimiento de tantos detalles. 

 Al lado de las jaulas hay también dos carpas donde se refugiaban  los guardaespaldas de Al Saadi Gadafi, entre sacos de arena y  colchones. Ahora duermen ahí los rebeldes de las ciudades de Misrata  y Al Zintan que llegaron a Trípoli como refuerzo de las tropas  insurgentes que entraron los primeros en la capital libia. 

Uno de ellos muestra un álbum de fotos que encontró en la villa.  "Feliz Año Nuevo, Al Saadi 2006", se lee en la cubierta. En sus páginas se ve al propio Al Saadi con chicas que apenas  llevan ropa abrazadas a él. 

En una de las imágenes el hijo del líder libio posa al lado de una  rubia. "Es su novia", dice un rebelde que porta un kalashnikov.  "Aquí están las Pussycat Dolls probándose sus nuevas joyas de  lujo", reza una frase debajo de otra foto. 

En el garaje de la casa, una media docena de rebeldes pasa el  tórrido día de agosto sentada al lado de un vehículo deportivo  amarillo pintado en la pared. Meten granadas y munición para los  kalashnikov en una cara maleta de viaje que han encontrado en la  casa. 

El plan es seguir luchando con las armas que encontraron en un  cuartel no muy lejano de la villa. Hasta que los últimos mercenarios  y soldados leales a Gadafi se hayan rendido también.

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